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ENTREVISTA | FERRAN PALAU

ENTREVISTA | FERRAN PALAU

Por: Miguel Pardo 

Este 3 de mayo se pone a la venta el nuevo trabajo de Ferran Palau, ‘Plora Aquí’. Tras el sobreesfuerzo que supuso publicar en 2021 dos LPS -‘PARC’ Y ‘JOIA’- y girar para presentarlos el productor catalán retornó a un enfoque sereno para componer un disco que suena más fresco, espontáneo y meloso que sus antecesores. Desgranamos este proceso creativo y personal junto a él en una desenfadada conversación.

La última vez que disfrutamos de un proyecto nuevo de Ferran Palau no hacía demasiado que habíamos salido del momento hardcore de la pandemia. Y el productor, cantautor y compositor catalán, que nos entregó en 2021 Parc y Joia, ha tenido a bien abordar de una manera más ingenua y menos ordenada su sucesor, el inminente Plora Aquí. «Tenía ganas de grabar como si fuera un juego, como si no tuviera importancia. La verdad es que no he tenido la sensación de terminar un proceso como… grabar, luego mezclar y luego masterizar. Ha sido como si grabara una maqueta». La intervención de Sr. Chen e InnerCut ha contribuido a darle al disco un aire más fresco, inmediato, menos sopesado. Postpandémico. Comentamos que incluso evidencia más la influencia del hip hop. “He querido mezclar estas canciones no como folk o pop, sino como un disco de rap. Está muy a la cara, es muy plano”.

Estas ganas de recurrir a lo personal, lo espontáneo o lo propio se notan también en el trascendente proyecto que es Plora aquí, que ha saltado del plano estrictamente sonoro para convertirse también en un cortometraje. Palau concibió este corto junto a Pablo Maestres. Y, como la mayor parte de su obra, metaforiza su vida personal y, simultáneamente, recoge algunas de sus obsesiones estéticas. El cine de fantasía, familiar y de monstruos de los ochenta y noventa, para ser más precisos. “Llamé a Pablo y le encanta ese cine, le vuelve loco. Así que era el proyecto que teníamos que hacer juntos, clara y descaradamente”. Define la producción audiovisual como “una locura, una aventura. No soy cineasta y no tenía clara la envergadura que supone; te vas encontrando problemas sobre la marcha”.

Una producción que hasta hace unos días seguía en marcha y en la que se vuelven a abordar temáticas como la pareja, lo sectario o la familia con renovada frescura y esa siempre peculiar mirada del productor catalán. Preguntado por los beneficios y formas de abordar la filiación, comenta: “En esta pieza la familia representa lo menos malo de lo malo. Yo tuve una infancia más o menos feliz, y en seguida quise formar mi propia familia: me casé con 23 años y fui padre con 26. Mi trabajo y mi familia son un poco lo mismo”. Aunque esta aleación de lo personal y lo profesional pueda sonar disuasoria, él nos la explica de una manera en la que resulta agradable e incluso deseable: el amor y la lealtad como fuente de seguridad, apoyo e incluso inspiración. “Mi hijo sale en todos mis vídeos, todos los títulos de mi disco son ideas suyas”. Hablando del pasado interés por lo sectario y de la relevancia de lo afectivo, el autor de Plora aquí admite que para él “el amor es una especie de religión. En un mundo tan lleno de incertidumbres, ese vacío existencial hay que llenarlo con alguien o algo”. Palau confiesa que tal vez es una idea un poco anticuada, e incluso la compara con una creencia, como la fe. “Quizás es una forma de vivir casi religiosa”.

Incertidumbre es otra palabra que ronda nuestra conversación. De la incertidumbre existencial, del misterio y de todo aquello sobre lo que sabemos muy poco, a la incertidumbre profesional y económica. Cuando hablamos del “éxito tranquilo” que había alcanzado en la época de Parc, el músico de Collbató nos actualiza sus impresiones con un poco de resignación y, simultáneamente, cierto desconcierto: “Me he dado cuenta estando un año sin tocar de que no tenía ingresos. Eso no ha sido tan tranquilo y ahí sí que me he preocupado y he pensado en qué voy a hacer el día que no me apetezca estar en los escenarios”. Se refiere entonces al show business y a la inseguridad propia del mercado musical. “Es muy cambiante. Sobre todo después de la pandemia ha habido una transformación cultural, generacional… Percibo ahora más sensación de velocidad que antes”. Sobre cómo abordarlo, continúa: “Intentaré empalmar giras, como hice los cinco últimos años antes de dejar de tocar. Sacando discos sin parar”. Y concluye: “Éxito tranquilo es a lo que aspiro, soy una persona poco aventurera”.

Ese espíritu bucólico y poco presuntuoso de Palau está en el corto: “Mi pueblo, mi montaña, mi bosque…”. Volvemos entonces a esa ingenuidad u organicidad que marca Plora aquí y que su autor parece buscar para sentir serenidad y paz. “A veces es necesario perder un poco el control. En los procesos de grabación soy curioso. No curioso en cuanto a grandes herramientas, sino que me llaman la atención los discos y las cosas algo accidentadas”. Estas últimas impresiones parecen resumir su enfoque musical: “Quizás lo que diría es que en estos tiempos la gente produce muy bien. Hay demasiados productores y todo suena demasiado bien. No hay espacio para el error y para mí el error es la virtud, porque es la personalidad”. Lo que parece haber, entonces, es un mercado plagado de certidumbre para tapar la incertidumbre propia de la existencia y de la composición más espontánea, vulnerable, personal. Lo que el proyecto de Ferrán Palau parece aportar es una forma de afrontar esa inseguridad que se esconde detrás de la seguridad propia de la industria y el pop. Él siempre será el poeta del error y la fragilidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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