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ENTREVISTAS | VIVI K

ENTREVISTAS | VIVI K

POR: MARTA ESPAÑA

Cuando aún estaba en el instituto Victoria firmó un contrato discográfico con una multinacional. Dejó los estudios, cambió de amistades y apostó todo al caballo ganador. La música, que despierta su curiosidad desde que tiene uso de razón, ahora se torna una vía profesional. ‘Frecuencias’ es su primer disco, un trabajo con el que reflexiona sobre su propia espiritualidad en conjunción con las leyes de la acústica. pocos días antes de su publicación la tendremos formando parte de she sounds, formando parte del camp de composición del festival.

Victoria no era mayor de edad cuando recibió una llamada de Warner: querían ofrecerle un contrato discográfico. Había publicado He dejado de llamarte cuando aún estaba en el instituto, y accedió a que la multinacional le comprase los derechos a posteriori, pese a que el tema estaba funcionando por sí solo. Ese acontecimiento, dice, causó revuelo en su familia y envidias en sus compañeros: “Fue súper random. Me contactaron por Instagram y tuvimos una call. El momento de interiorizar eso es fuerte. No sé si por suerte o por desgracia, pero a mí me han dicho que no me haga ilusiones, que me olvide por completo antes de siquiera intentarlo, ¿sabes? En este momento me pasa eso, me peleo con mi madre. Hubo muchas movidas y me fui a vivir con mi padre. Tenía que acabar el bachillerato pero no lo terminé, el universo en ese momento se fumó un puro, porque mi vida dio una vuelta de 180 grados. Yo no quería estudiar en la universidad, porque yo quería hacer música, y si se me ha dado esta oportunidad, tengo que exprimirla al máximo. Fue complicado gestionar todo eso. Mi madre quería que estudiara, ¿sabes? Mi padre me apoyaba”. Nunca se había planteado la música como una carrera profesional, pero aquella llamada fue suficiente para hacer borrón y cuenta nueva, abriendo un primer capítulo en una vida más ambiciosa: “La gente no tiene filtro, a mí me llegaban comentarios de mis propias amigas de entonces criticándome. A ver, no eran mis amigas de verdad, eran compañeras. Ahora, gracias a dios, me rodeo de gente buena. Esto también te hace ser más fuerte, aunque suene súper cliché. A veces también mola que no entiendan lo que haces. Yo siempre confío en mí misma y eso lo llevo a fuego por encima de todo”.

La madrileña nunca había tenido grandes pretensiones con los estudios, pero su pequeña victoria cuando todavía era una adolescente fue suficiente para que descartase por completo el camino académico. Ahora, por fin, tenía una meta: “Mi sueño es tener un espacio gigante con su estudio, con todos los instrumentos raros posibles. Me encantan las típicas máquinas controladoras que tienen un montón de botoncitos, que son antiguas y que hacen movidas rarísimas… Hay algunas que son una paranoia. También hay un instrumento que es una cajita que tiene como unos palitos de metal y suena como hawaiano… Me encanta tocar todas esas cosas”. Aunque todavía no domine la terminología de aquello que ama -los sintetizadores, las kalimbas-, la música ha acompañado a Vivi toda su vida, pero quizás no se había dado cuenta de lo mucho que le gustaba hasta ese instante: “Empecé con la música con cuatro años, porque había en mi casa un piano heredado y viejo. También hacía solfeo, pero no en el conservatorio. A los 14 me aburrí. Pasé unos años con un profesor de música, mi madre me había puesto clases una vez a la semana. Le pedí una guitarra a una amiga, que la tenía muerta en su casa, llena de polvo, con una cuerda rota. Le pregunté a mi tío a ver si podíamos cambiarla”. El piano le abrió las puertas a una nueva pasión, pero fue la guitarra la que sembró la semilla de la composición, si bien aprendió de forma “completamente autodidacta” con YouTube. “En el piano estaba interpretando la música de los demás, pero quería expresarme y poder hacer mis propias canciones. Tocaba Beethoven, Mozart…, luego también Ludovico Einaudi. Es muy bonito, porque a día de hoy veo un piano y tardo tres segundos en correr y sentarme. En España empezaron a salir artistas que molaban mucho, que hacían cosas diferentes. Rosalía, por ejemplo, es siempre innovadora, va por delante de todos”.

Debido a ese crecimiento de su audiencia, mucho más veloz que su formación, Vivi se sigue encontrando limitada a la hora de escribir. Y es que, poco antes de que empezasen a juntarle con productores, Vivi compraba type beats en YouTube para cantar por encima: “No tengo familia que haya pisado un estudio, yo no sabía ni cómo se hacía una canción. Había un chaval en mi barrio que tenía un estudio súper oscuro en su garaje. Investigando un poco pude hacer allí mis primeros temas. Es un poco complicado intentar encontrar tu esencia en un beat que está prefabricado. Ese primer momento fue de estar sola y buscarme muchísimo la vida. Una vez empecé a currar con productores, se abrió otro mundo. Los problemas que tengo realmente no son musicales, porque yo entiendo de solfeo, pero no sé cómo enchufar el piano al ordenador, no sé cómo darle a grabar y que me haga esto y que me lo ponga en tono. Para conseguir sacar el cien por cien de lo que hay en mi cabeza y ponerlo en una canción, todavía necesito aprender mucho de producción. Los productores con los que trabajo llevan haciéndolo desde hace años”. El más importante y con el que ha sacado adelante la mayor parte de Frecuencias es D3llano, responsable de éxitos de Delgao, Belén Aguilera, Samuraï, Funzo & Baby Loud, Chill Chicos o Marni, y productor del primer single de Ruslana, la concursante díscola de la última edición de Operación Triunfo.

Aunque la madrileña necesite de un productor, tiene muy claro qué es lo que busca transmitir. Sin embargo, su juventud, ligada a su género y a la inexperiencia propia de quien acaba de entrar en la veintena le han causado algunas malas pasadas dentro de la industria musical: “Eso se llama mansplaining, ¿no? No necesito que me expliques y, sobre todo, no necesito que me repitas tu opinión constantemente sobre lo que consideras que yo debería hacer. Por favor, tío, date un paseo. Es la industria. Eres mujer, eres joven, te toca luchar y te toca seguir adelante. Estos últimos meses he tenido un poco de decepción porque he estado pasando mis cosas también. No lo estoy criticando, y tampoco pienso que lo vaya a cambiar, pero en la industria hay muchos factores que te pueden destruir por dentro. Además, siento que las personas más sensibles emocionalmente siempre van a estar expuestas a sentir más el dolor”. Tras cuatro años componiendo, este mes ve la luz su primer LP, Frecuencias, un trabajo que narra “la perspectiva y mi visión de la vida, de cómo vivo yo las cosas. Es un canal en el que yo cuento mi visión, mis experiencias, cómo siento el amor, el dolor e incluso el sentimiento de exposición que he tenido estos años”. Toma su nombre de la relación que la autora encuentra entre las leyes de la acústica y las teorías de Joe Dispenza: “Hablo mucho de la frecuencia del amor, de la frecuencia del dolor. La frecuencia es la repetición en un ciclo, pero también son ondas en la música. Se ha conseguido demostrar que las emociones humanas se asocian a una frecuencia. El amor, la vergüenza, la ilusión… vibran en una frecuencia concreta”. Se trata de un concepto que Vivi K no ha llevado a la práctica, en tanto que quiere que su música siga siendo tonal: “Toda la música que nosotros escuchamos está tuned a 440 Hz. Te va a sonar desafinado si intentas recortar frecuencias. Pero nosotros vibramos, somos frecuencias fuera de eso. Estamos escuchando algo que ni vemos ni podemos tocar, simplemente está ahí, se puede sentir, es como magia”. De esta peculiar aproximación a la creación musical hablará durante su participación en los campus de composición del próximo She Sounds -plataforma de Warner para la reivindicación, promoción y visibilización del trabajo de las mujeres en la industria musical- los próximos 29 y 30 de mayo.

Así, su primer trabajo es una puerta abierta a su mundo interior, pero también una llamada a aquel que todavía no ha encontrado su propio camino espiritual: “La espiritualidad te conecta con la mejor versión de ti mismo. La espiritualidad no es decir ‘voy a meditar, soy vegana’. Espiritual es la crudeza de tus sentimientos, es afrontar ese dolor, es ir a esos lugares en tu mente a los que no quieres ir. Hoy me llamó mi madre diciéndome que mi hermano está pesadísimo con el youtuber ese que te vende cursos, pero yo creo que es súper importante no marcar ningunos pasos a seguir, porque cada persona es un mundo. Lo que a mí me puede funcionar a ti igual te hace peor, y la espiritualidad es un camino único y personal”.

SHE SOUNDS

El 29 y 30 de mayo, Warner organiza en the music station la tercera edición de she sounds. una iniciativa que busca reivindicar el papel de la mujer en la industria musical a través de directos, charlas, mentorías y un campus de composición.

Mujeres de todo el sector -artistas, compositoras, productoras y diferentes agentes de la gestión musical- se dan cita en She Sounds bajo la premisa de “generar un espacio de encuentro para mostrar el trabajo de las mujeres, subrayar e impulsar su papel en la música”, dice Diana Izaguirre, de Warner. En el momento de cerrar esta edición se habían confirmado las actuaciones de Blackpanda, Mafalda Cardenal, Chica Sobresalto y Marlena, además de una mesa redonda sobre el legado y la evolución de las mujeres en el rap, moderada por la periodista Julia Álvarez y con la presencia de Las Ninyas del Corro, Sara Socas y Sonia Cuevas, fundadora del sello Zona Bruta y responsable en buena medida del desarrollo del rap en España.

 

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