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ENTREVISTA | JORDAN RAKEI

ENTREVISTA | JORDAN RAKEI

POR: DIEGO RUBIO

El músico australiano, residente en londres desde hace diez años, da en ‘the loop’ el giro más radical de su carrera, estrenando contrato con decca y persiguiendo sonidos más cálidos, canciones que abracen y grandes arreglos de orquesta con los que llegar a más corazones que nunca. Ya es primavera para Jordan Rakei: padre de un hijo de dos años, florece ante él una etapa emocionante y completamente nueva. Este verano le veremos en el BBK.

En poco tiempo Jordan Rakei ha pasado de tomar “decisiones empresariales” a apostar por las “decisiones familiares”. Los dos últimos años ha dado forma a sus dos proyectos más importantes: el nacimiento de su primer hijo y la cocción de su trabajo más grande y ambicioso hasta la fecha, que supone su ruptura -amistosa- con Ninja Tune y su debut en un clásico del jazz como es Decca. Y reconoce que quizá en esa ambición de llegar a más se pueda leer la necesidad de garantizar la supervivencia de la familia. The Loop, en cualquier caso, es mucho más. “Por el tipo de artista que soy es lógico que mi música parta de un formato muy electrónico, así que quería probar algo más acústico, en parte por curiosidad”, cuenta al otro lado de la cámara. “A lo mejor lo próximo soy solo yo con una guitarra, pero siempre he querido hacer un disco como este. Cuando me mudé a Londres hace diez años yo ya tenía ese sueño: ‘alguna vez trabajaré con una orquesta y un coro’”. Ahora por fin puede emular a Sting cuando el ex de The Police se puso en modo sinfónico.

Para dar este salto ha tenido que dar un giro de 180º en su relación con la industria, creer en su visión y rodearse de gente que le correspondiera. “Sentí que este era un gran momento para hacerlo porque me vi a mí mismo reconciliarme con un sonido más clásico y cálido, y creo que encaja estupendamente con estos arreglos tan maximalistas y toda la orquestación, y también con un sello como Decca”. Todo empezó en su dormitorio, con el piano, porque antes de ir al estudio quería tener esbozadas todas las demos. “Pero la visión siempre fue lograr ese sonido tan amplio, tan grande. Era la única regla: quería sonar ambicioso. Y quería separarme lo más posible de la idea de yo y mi portátil. En todo momento, escribiendo las demos, tenía en la cabeza los grandes arreglos que iban a acompañarlas, las cuerdas, todo eso”. Y esto se relaciona con esa ambición de llegar a más gente que ha entendido gracias a Still Bill, el documental sobre Bill Withers. “Creo que todos los músicos pasamos por esta fase alguna vez: quieres impresionar a la gente, quieres molar, que te consideren underground o un outsider. Pero olvídate de los demás. ¿Qué quiero yo de verdad? Tocar en los escenarios principales de los grandes festivales, a poder ser con una orquesta. Y la única manera de lograrlo es hacer música que llegue al mayor número de personas posible. Pero, claro, hay esta creencia en la industria de la música de que tienes que sonar sobre seguro para tener éxito masivo. Me gustaría poder llegar a poner eso en cuestión, pero para eso tienes que tener esa base de oyentes… Es un balance complicado, porque al final también es importantísimo hacer música para ti mismo, por amor a ella. La primera persona a la que tienes que impresionar eres tú: tienes que amar la música que haces. Creo que eso es lo que hace que indirectamente resuene con más gente”. Efectivamente es un equilibrio casi imposible: tener una base muy sólida de fans para poder experimentar y mantener el nivel de atención del público. Por eso a Rakei le parecen tan importantes discursos como el de Beyoncé cuando pide más riesgo y experimentación en el pop -y dando ejemplo con sus álbumes recientes-.

Todo esto le ha servido al músico neozelandés para revisar su faceta como productor. “Después de hacer este disco empecé a pensar muy fuerte en qué y cómo podía aportar al sonido de otros artistas, no tanto en términos de arreglos o producción en sí, sino de un modo mucho más reflexivo, más conversacional. Ir más allá de la música para adentrarme en la persona, en el artista”. Durante todo este año estará dirigiendo una residencia en los míticos Abby Road Studios, y espera que las nuevas generaciones encuentren gracias a él oportunidades únicas para acercarse a un estudio como este, aportarles y también empaparse de ellos. Y, por supuesto, aprovechar la experiencia para su propio proyecto, claro. “No he escrito aún otro disco, pero si dispongo de un estudio créeme que voy a utilizarlo”, reconoce entre risas. Tendrá que compaginarlo con una gran gira que le traerá a nuestro país por partida triple (Bilbao BBK Live en julio y Madrid y Barcelona en septiembre) y en la que va a divertirse jugando a recrear The Loop. “No podemos llevar todos los vientos o las cuerdas, pero vamos a hacer sampling en los conciertos, procesar los tonos de las guitarras para que parezcan cuerdas… Casi todo el proceso de grabar ha consistido básicamente en tocar en directo. Todo empezó en mi dormitorio, y las canciones están realmente, en lo más profundo, compuestas desde un lugar muy íntimo, y adquieren otras lecturas en este formato”.

 

 

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