Seleccionar página

ENTREVISTA | WALLS

ENTREVISTA | WALLS

Por: Diego Rubio

Asentando un viraje hacia sonidos más rockeros y en busca de la madurez, la oscuridad y alejarse de las brillanteces tan teenager de su anterior álbum, ‘Los niños del parque’ (2022), Walls regresa con ‘Luna 18’. un desahogo, dice, que necesitaba, y que le ha permitido reconectar con cosas que creía olvidadas.  Producido de nuevo por Pablo Rouss, abre nuevos caminos para el artista murciano al mismo tiempo que retrata su momento vital. Siempre en crecimiento.

Dice Walls que siempre necesita estímulos en su vida porque si no le da el agobio. “Cuando estaba el disco entregado y no había ni promo ni nada, me subía por las paredes. Me apunté a hacer actividades, me he sacado el carnet, estoy haciendo boxeo…”, cuenta entre cansado y risueño, pero siempre bien dispuesto. Justo hoy empezará la primera ronda de entrevistas por el lanzamiento de Luna 18, su nuevo trabajo, y ya está deseando salir de gira con él. Cree que es un disco que según vayan pasando los meses y se presente en directo va a ir cogiendo fuerza, y es que supone un viraje hacia sonidos más rockeros que ya había insinuado en algunos sencillos previos como Mi mejor versión, pero que difiere sustancialmente de lo que ofrecía en Los niños del parque (2022). “Estuve un poco dando palos de ciego, como siempre me pasa, sin saber muy bien lo que quería hacer. Pero sí que tenía muy claro que quería madurar, tener un sonido no tan teenager, siendo Los niños del parque un disco que me gusta mucho, ¿eh? Pero quería hacer algo más oscuro, algo más adulto y un poco tirado al rock”. Ginés Paredes (Murcia, 2000) necesita estar siempre evolucionando, y es difícil que se case con un sonido. Confiesa que tiende a mirar hacia el pasado y que no le guste lo que ve, aunque sepa que está mal, pero le tiene cariño a su anterior trabajo. “Es el único proyecto que yo ahora veo con dos años de distancia y siento que está bien. ¿A día de hoy lo haría? No. Pero, ¿me da vergüenza? Tampoco. Y no lo haría, no porque no me guste, sino porque estoy en otra cosa”.

Esa otra cosa pasa por reconectar con su niño interior. La mayoría de la gente le relaciona con el freestyle porque es donde se dio a conocer hace algunos años. Pero él reconoce que antes de entrar en el mundo de las batallas ya escuchaba la música que hace ahora. También tocaba la guitarra: “Tenía hasta covers subidas a Youtube. Pero cuando empecé en las batallas en Murcia, en la calle, rollo batallas que no veía ni Cristo, dejé de hacerlo. Y dejé de subir las covers, porque además coincidía que me estaba cambiando la voz. Me arrepiento porque hay muchos vídeos que borré y no tenía que haberlo hecho. Pero es que en ese momento me generaban una inseguridad que flipas porque no era lo suficientemente rapero para esa peña. He parecido de todo en mi vida menos rapero, la verdad. Tuve la suerte de entrar en un momento en que el rap ya no era tan nicho como podía serlo en los años noventa. Y también de que cuando entré en la movida ya a nivel más nacional la gente fue súper tolerante conmigo. Quizá, de hecho, en ese momento había más tolerancia que ahora: a mí nadie me preguntó por cuatro discos de un rapero canadiense súper influyente de hace treinta años, ¿sabes?”.

Dejó el conservatorio por las batallas. Estuvo desde principios de 2015 hasta finales de 2018 alejado del que es su instrumento favorito. “¿Y me arrepiento? Sí, y ahora pienso que podría haberlo compaginado, por ejemplo, pero tampoco tanto, porque al final me ha hecho la persona que soy ahora”. Como ha dicho antes, es muy exigente revisando su pasado, y no tiene miedo de arrepentirse de las cosas. Hoy ha mejorado, está yendo a clases con Gonzalo Lacostra -guitarrista de Paula Cendejas, de Xavibo o de Rouss, entre otr@s- y la guitarra eléctrica se ha convertido en parte de su personalidad artística. Incluso ha hecho de guitarrista para el grupo de algún colega, como Barder, con quien apareció hace un par de semanas en la Sala REM de Murcia. “Sobre todo me di cuenta de que no soy una persona con una voz privilegiada. Tengo una voz con cierto carisma, pero nadie viene a mis conciertos para oírme cantar, para quedarse callado y escuchar mis melismas. Así que prefiero tocar la guitarra. Ya te digo, no tengo nivel para tocar la guitarra en una banda seria, pero en cierta manera sí me considero guitarrista”. Incluso se empieza a atrever a componer con la guitarra de vez en cuando. “Al principio me costó adaptarme porque estoy muy acostumbrado a componer con los cascos y el auto-tune”, reconoce. “Para mí una melodía es muy diferente con o sin auto-tune, con o sin distorsión, porque lo que transmiten es totalmente diferente, la intención es diferente. Cuando compongo con la guitarra solo me salen canciones tristes, el rollo bohemio este, ahí con mi cigarrito, me pienso que soy Sabina. De hecho, el otro día me dio el venazo y pensé que me gustaría aprender a tocar el piano, porque creo que es el instrumento ideal para la composición”.

En general se pone pocos límites y quiere seguir creciendo. Luna 18 ha sido un desahogo personal, ha surgido de la necesidad de hacer algo con lo que conectase, y es solo una etapa en una carrera de fondo. “No dejé las batallas y me puse a hacer lo que hago ahora, todo ha ido como evolucionando de una forma muy natural, popeando todo cada vez más. Y seguirá haciéndolo. No me veo haciendo una movida folclórica en plan C. Tangana, pero nunca se sabe. Lo admiro muchísimo: su edad y su mentalidad van a la par que su proyecto. Una cosa que no me hubiese gustado es que mi público creciese y dejase de escucharme. Creo que estoy creciendo con ellos, y eso me mola, y al mismo tiempo me abro hacia nueva gente. Y, volviendo a C. Tangana, ahora si se hace director de cine como dice pues veré lo que hace, pero a mí me gustaría que sacase más música, la verdad”. Se ríe todo el rato y no cuesta nadea hacerle hablar. El magnetismo que desprende explica su éxito, que también se puede rastrear en las cuatro noches con las que presentará, ante una Sala La Paqui abarrotada, sus nuevas canciones este mes de marzo. Sabe que es un momento especial: “Todos los proyectos hay que defenderlos de alguna manera, pero creo que una de las claves de este disco es precisamente cómo lo defienda yo, en directo, estéticamente… muchas cosas. Porque al final yo creo que el rock es una actitud, no es otra cosa, igual que el punk. Así que claro, te lo tienes que creer. Y más en un país en que el rock ha dejado de ser mainstream… He intentado  llevarlo a algo un poco más mainstream, utilizando baterías un poco más electrónicas, algunos elementos de la música urbana…”. No se siente incómodo con lo mainstream, todo lo contrario, pero tampoco deja que nuble su intención.

En el equilibrio es fundamental el papel de Pablo Rouss, su productor de confianza desde el principio. “Cuando yo empecé a venir por Madrid hacia 2020 la mayoría de las sesiones de estudio me las cuadraba la propia Warner, que me ponía en contacto con productores a los que yo no conocía y que tampoco me conocían a mí. Uno de ellos fue Rouss, y la verdad es que me gusta mucho su manera de trabajar. Sobre todo cómo trabaja las demos, tío. Porque yo soy tan friki que no puedo esperarme al master de una canción para ver si me gusta o no, necesito la demo. Y Pablo las voces las trata increíble ahí, por ejemplo. Además, tengo con él ya un feeling muy personal. Nos peleamos mucho, pero yo siempre separo la amistad del trabajo. Porque yo soy un poco ansioso, y él a lo mejor tiene una visión de la música un poco más racional, ¿sabes? Él le pone cabeza y yo a veces me quiero pasar de punky. ‘Pero vamos a ver Ginés, céntrate… Si ayer querías otra cosa’”. Solo tiene para él palabras de admiración, agradecimiento… y algún vacile. Porque, en el fondo, Walls sabe que la inspiración más pura proviene siempre de los vínculos con nuestro círculo más cercano. Y en el fondo de eso va Luna 18.

Sobre el Autor

NUEBO RADIO

NUEBO EVENTOS

Share This