Después del éxito de No toy en gente en 2021, un tema autoproducido junto a Rakeem que lanzaron sin mayor pretensión, se decidió definitivamente a dejarlo todo y enfocarse en su carrera. Y durante 2022 fue dándole forma a Ahora no lloro, el disco con el que debuta en una multinacional. Un disco con el que no quiere perseguir ninguna ola, que no ha sido concebido para petarlo, y que prefiere visualizar como el cierre de una etapa, un manifiesto en el que deja claro de dónde viene -el drill– y a dónde se dirige, empezar a fluir a nuevos sonidos y distintos ritmos. “Nuestra transición a esa música más limpia viene del cansancio del beef y la agresividad del drill, de la tiraera y del fronteo. Es evidente que no es algo natural, que parte de la imitación de unos códigos que nosotros no hemos elegido, y que lo mejor es escribir nuestros propios códigos”. Empieza a disfrutar del camino, a creerse el éxito que está a la vuelta de la esquina. “Ahora no lloro es una manera de decirme a mí mismo que ya ha pasado la parte más difícil. Y también una forma de enseñarle a mi público todo lo que he trabajado. Es el resultado de un proceso de superación musical y personal”.
Le pregunto si no es ponerse demasiada presión sobre los hombros tener que responder ante tanta gente. Tener que ajustarse a lo que los demás esperan de él. Y vuelve a hablarme de la familia, de cómo tiene que intentar devolverle parte de sus privilegios a cada una de las personas que le siguen y que no pueden disfrutarlos. “Hay chavales para los que una canción mía significa mucho. Si fracasas en esto no solo le fallas a tu gente, que te ha llevado hasta ahí. También le fallas a ellos, a toda esa peña que cree en ti y que quiere verte ahí arriba… Tío, que me ha venido peña con mi nombre tatuado. Peña que se ha venido a verme a un concierto en Venecia, chavales que se vienen a Bilbao solo por si me encuentran por allí. Una canción mía significa mucho para alguna peña, tío, y eso es muy loco. Tienes que esforzarte mucho para intentar cumplir ese sueño”. Amén.