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NICKZZY: UN ATAQUE EN BLOQUE

NICKZZY: UN ATAQUE EN BLOQUE

De las calles de Bilbao a consolidarse como una de las voces urbanas con más futuro de nuestro país, de abanderar nuestro drill a construirse un espacio mucho más personal. Un bloque al que Nickzzy nos invita en Ahora no lloro, su debut de la mano de Sony y la primera piedra de un largo camino aún por recorrer.

Tiene solo 20 años y ya cuenta con todo un equipo detrás de sus espaldas pendiente de su carrera: en apenas dos años se ha hecho un hueco como uno de los principales estandartes del drill en nuestro país, está firmado por Sony y lo tiene todo por delante. Nickzzy pertenece a una generación de artistas que están derribando todas las resistencias iniciales que se le presuponen a la industria. Jóvenes artistas que están dinamitando los tiempos, las formas, las necesidades. Están consolidando casos de éxito cuando ni tan siquiera tienen todavía un disco largo en el mercado. Mucho tiene que ver el camino que en los últimos años ha ido abriendo la experiencia del streaming. Es ese el lenguaje en el que se manejan los adolescentes, son esos sus modelos, y lo que han aprendido de ellos es que se puede triunfar a escala global con un buen contenido y una buena comunidad.

En cualquier caso, este es un modelo de éxito que en realidad cuenta con infinidad de ejemplos de fracaso. No solo de músicos que, más allá de sus cualidades artísticas, resultan prácticamente invisibles para el gran público. También son muchos los que puntualmente han contado con algún éxito volátil, pasajero, en un mundo en el que son demasiados los que reclaman una atención que cada vez resulta más complicada de conseguir. A ese lugar  cargado de incertidumbre y por el que transitan infinidad de artistas en el umbral de dar el salto al verdadero éxito, Nickzzy lo llama “la cuerda floja”.

Nickzzy

Si te caes o te tiran tienes que volver a subir, y así una vez detrás de otra. Y yo no quiero estar ahí, quiero construir algo sólido… Cualquiera con un poco de talento y un golpe de suerte puede pegar un tema, dos temas, ¡cuatro temas incluso! Pero construir una imagen fuerte, algo tan relevante como lo que consiguió en su día un Daddy Yankee… eso es a lo que aspiramos. Hemos llegado pronto, y lo sé, pero a lo que yo aspiro es a que el camino sea largo. Y es consciente de que para que así sea necesita dos cosas: disciplina y trabajo. Nicky -que ese es el nombre que aparece en su documento de identidad- nació en República Dominicana. Llegó con su madre a Granada cuando todavía era un adolescente, y pasado un tiempo se trasladaron a Bilbao, la ciudad en la que comenzó a rapear y a buscarse un sendero artístico propio. Nunca lo tuvo fácil, pero también reconoce que ahora es el momento en que se da cuenta de lo privilegiado que ha sido.

Nuestro encuentro tiene lugar en Madrid, precisamente cuando Nicky acaba de aterrizar tras disfrutar de un mes de vacaciones en su país de origen. De esa experiencia se trae la sensación de que hay mucha gente ahí fuera pasándolo realmente mal, y que les debe, moralmente, un respeto. “Mi familia era pobre pero nunca me lo hizo ver. Siempre trabajaron de más para darme lo que quería, para que no me faltara de nada. Eso me ha hecho ser consciente de la responsabilidad que tienes con los tuyos

nickzzy
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Prácticamente durante toda la entrevista habla en primera persona del plural porque, aunque se sepa la parte visible de algo más grande, de igual modo siente que Nickzzy solo es una pieza más del engranaje en un colectivo que ha abierto, desde la capital bilbaína, el camino del drill en el País Vasco. Liderado por Rakeem -actualmente ThePoing, responsable de gran parte de la conversión de la agresividad drillera de su clica a ritmos más amables y temáticas más románticas, sirviéndose en mucho de la versatilidad vocal de Nickzzy y de su admiración por el estilo melódico del dominicano Amenazzy– e integrado también por Aiman JR o Yapi, en MKS a Nickzzy le acogieron sin pedir nada a cambio, y ahora le acompañan en un ascenso que le ha llevado a colaborar con artistas como Blackthoven o Lucho SSJ y a apuntalar su sonido junto a productores de la talla de SHB -beatmaker de Morad-, Steve Lean, Nake, el francomarroquí Voluptyk o el francés Saydiq.

Les conoció como un fan más, acudiendo a la convocatoria a través de redes sociales para la grabación de un videoclip de Rakeem. En ese momento, confiesa, atravesaba un “momento oscuro”. “Ahora estamos empezando a ver la luz, pero todos venimos un poco de la oscuridad. Justo ahí había abandonado a mi grupo de colegas y los profesores pensaban que no iba a llegar a nada… Yo no estudiaba, me dedicaba a liarla para llamar la atención, y al final hacía amigos de malos rollos que me metían en más líos de los que quería. Con el tiempo me di cuenta de que estaba haciendo el idiota. La música me lo ha dado todo, no sabría hacer otra cosa”. Aquel día, cuando se presentó a la grabación del videoclip, le cantó un tema a Rakeem y este no solo le escuchó, le abrió también las puertas de su casa. Desde entonces Rakeem forma parte de ese reducido número de personas que son la familia que eliges. “Grabamos en el armario, tío. Me pagaron el videoclip… Mi gente trabajaba para esto en otras movidas sin saber el futuro que tenía… Gracias a Dios nos está yendo bien y podemos vivir un poco día a día de la música, aunque no todos, lamentablemente. Quiero que todo el que me apoyó desde el primer día sepa que siempre va a contar con mi mismo apoyo, que trabajo con la ilusión de cambiarle la vida a toda mi gente”. Podría no haber salido. Más aun viniendo de Bilbao, una ciudad que tradicionalmente es poco receptiva a lo urbano y lo latino: “Intentamos montar un bolo en una sala de allí y nos lo tiraron por la música que hacíamos”, dice sorprendido. Pero MKS insistieron, pelearon. Creyeron que era posible y que merecía la pena apostar por ello. “No te voy a mentir, siempre me ha molado el estilo de vida de los artistas, de Amenazzi, de Anuel… yo quería ser como ellos. Y la primera gran barrera es superar la vergüenza. Al principio subía un trozo mío a los challenge de Instagram que hacían algunos productores, y si alguien se reía de mí lo borraba. Es muy importante aprender a creer en ti mismo para tomarte esto en serio, como un trabajo”. Y salió. Con curro y convicción… salió. “Al final le pude decir a mi madre que no estaba tan loco por apostar fuerte por la música”.

Nickzzy

Después del éxito de No toy en gente en 2021, un tema autoproducido junto a Rakeem que lanzaron sin mayor pretensión, se decidió definitivamente a dejarlo todo y enfocarse en su carrera. Y durante 2022 fue dándole forma a Ahora no lloro, el disco con el que debuta en una multinacional. Un disco con el que no quiere perseguir ninguna ola, que no ha sido concebido para petarlo, y que prefiere visualizar como el cierre de una etapa, un manifiesto en el que deja claro de dónde viene -el drill– y a dónde se dirige, empezar a fluir a nuevos sonidos y distintos ritmos. “Nuestra transición a esa música más limpia viene del cansancio del beef y la agresividad del drill, de la tiraera y del fronteo. Es evidente que no es algo natural, que parte de la imitación de unos códigos que nosotros no hemos elegido, y que lo mejor es escribir nuestros propios códigos”. Empieza a disfrutar del camino, a creerse el éxito que está a la vuelta de la esquina. “Ahora no lloro es una manera de decirme a mí mismo que ya ha pasado la parte más difícil. Y también una forma de enseñarle a mi público todo lo que he trabajado. Es el resultado de un proceso de superación musical y personal”.

Le pregunto si no es ponerse demasiada presión sobre los hombros tener que responder ante tanta gente. Tener que ajustarse a lo que los demás esperan de él. Y vuelve a hablarme de la familia, de cómo tiene que intentar devolverle parte de sus privilegios a cada una de las personas que le siguen y que no pueden disfrutarlos. “Hay chavales para los que una canción mía significa mucho. Si fracasas en esto no solo le fallas a tu gente, que te ha llevado hasta ahí. También le fallas a ellos, a toda esa peña que cree en ti y que quiere verte ahí arriba… Tío, que me ha venido peña con mi nombre tatuado. Peña que se ha venido a verme a un concierto en Venecia, chavales que se vienen a Bilbao solo por si me encuentran por allí. Una canción mía significa mucho para alguna peña, tío, y eso es muy loco. Tienes que esforzarte mucho para intentar cumplir ese sueño”. Amén.

Esta entrevista la tienes disponible en físico en el número 10 de NUEBO. Puedes conseguir tu copia suscribiéndote por un año.
Texto
DIEGO RUBIO
Fotografía
LAURA HERRADURA

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