ENTREVISTA | ALCALÁ NORTE
Por: Ricky Lavado
Que el hype no te impida ver el bosque, en este caso el templete funeral. El ecléctico y pintoresco sexteto madrileño es mucho más que una machacona campaña de twitter, y su debut homónimo, ‘Alcalá Norte’, lo demuestra a base de himnos de barrio de los de pleno pulmón, postpunk de onda ochentera y un filo decididamente pop. La nueva autopista de circunvalación de la capital.
El debut homónimo de los madrileños Alcalá Norte se ha convertido por derecho propio en uno de los lanzamientos más refrescantes y redondos de este año. Canciones como La vida cañón o La calle Elfo, con su irresistible postpunk de poso ochentero filtrado a través de una puntería pop con efectividad de francotirador, muestran el gran estado de forma de una de las mejores sorpresas que ha dado Madrid en los últimos tiempos. Urgencia e inmediatez. Alcalá Norte es un trabajo directo y humilde que funciona perfectamente, en parte debido a la imbatible energía que sus once canciones despliegan; una energía que destila actitud punk y una forma de enfrentarse a la creación desde el estómago. Pero les ha costado golpear. “Tenemos el grupo desde 2019”, cuentan. “En primavera de 2023 decidimos que no podíamos dejarlo pasar más, había que hacer algo, llevar algo a cabo y dejarlo plasmado en algún sitio. Queríamos llegar al final del proceso, o al principio del proceso realmente. Si no, nos íbamos a apagar, empezaba a ser un coñazo lo de hacer bolos en Madrid, siempre en las mismas salas, sin rumbo. Nos dejamos aconsejar y nos dijeron que cuando un disco está grabado todo viene detrás, así que decidimos probar a ver si esa era la receta mágica. Pillamos el repertorio que teníamos, hicimos un apretón compositivo muy prolífico del que salieron La vida cañón, La calle Elfo y Supermán, que son canciones que han gustado, y completamos el conjunto”.
A la vista está que les ha salido bien. Y es que, aunque Alcalá Norte suenen sucios y rabiosos por momentos, todo en ellos está atravesado por una luminosidad que resulta arrebatadora. “Hay en todo lo que hacemos un envoltorio postpunk, pero el hilo conductor es la meta pop. Alguien en internet catalogaba los sintetizadores de La vida cañón y de El cosquilleo como verbeneros, y nos parece un buen resumen. Buscar que haya sintes en los estribillos al principio nos parecía una locura, pero luego entendimos que también nos interesaban esas fórmulas de composición. Al principio no sabíamos hacer melodías cantadas, por ejemplo, así que el postpunk era un área muy cómoda para nosotros porque bastaba con recitar, pero hubo un momento en el que nos animamos a cantar y decidimos apostar también por el pop”. Llegan a él, en parte, por la vía urbana, como buen grupo de ciudad, con la asistencia de Adri Bremmer de VVV, su “bakala de confianza”, y la colaboración de Suneo de Chill Mafia en los teclados. “Nos sentimos muy conectados con ellos, nos llevamos bien y en vez de quedar en un bar quedamos en el local de ensayo”. Pero también con la inestimable colaboración de los productores Carlos Elías Caballero y Pablo Fergus, que se enamoraron del sonido de la banda en directo y se obsesionaron con hacerle justicia. “Teníamos unas maquetas caseras hechas en 2020 que quedaron como quedaron por falta de dinero y conocimientos. Carlos vino a vernos a un concierto y nos preguntó por qué esas canciones sonaban tan diferentes en maqueta, y es que en el live se encaja todo. Nos convenció para grabar en directo, y tiempo después acabamos grabando el disco con él. Hay canciones de cuando estábamos aprendiendo a hacer canciones todavía, y sencillamente las hemos grabado en condiciones, y hay otras más maduras con las que hemos hecho una obra un poco más completa. Igual si nos hubiésemos quedado un año más ultramotivados, componiendo de cara a un primer disco más terminado y más compacto, habríamos hecho cinco Calles Elfo y cinco Vidas cañones. Pero nos hiceron entender que era necesario tener este primer álbum ya”.
Con eso, gasolina en forma de temazos, junto a una cantidad insultante de referencias históricas y literarias y la defensa y reivindicación de la vida en los barrios de una ciudad monstruo como Madrid han vuelto a encender la llama guitarrera en la capital, en la línea de unos La Paloma a quienes versionan con tino en El rey de los judíos (Un cosquilleo). “Parece que si hablas con orgullo de tu barrio eres una especie de delincuente malote pandillero. Nosotros hablamos de Ciudad Lineal porque somos de ahí. Si fuésemos de otra ciudad, escribiríamos sobre ella. Es una cuestión de usos y costumbres: aquí hemos estado siempre y aquí nos gusta estar. No hay un contenido específicamente político o social en esa defensa de nuestro barrio. Nos hace ilusión vivir en los vestigios del proyecto faraónico de un chalado como Arturo Soria. Con cachés crecientes, la intención de esta banda es hacernos con todo el suelo de Madrid para que la calle Arturo Soria termine siendo el anillo que él proyectaba en origen, rodeando el casco urbano de la ciudad. 5 km en lugar de 45. Si lo conseguimos la banda habrá merecido la pena”.