Seleccionar página

ENTREVISTA | ADRIÁN VICENTE

ENTREVISTA | ADRIÁN VICENTE

Por: Juan Álvarez | Fotos: Federación Española de Taekwondo

Adrián Vicente Yunta (Madrid, 1999) es la cara del taekwondo en nuestro país. Pocas personas muestran mejor que él la dualidad del atleta dentro y fuera del oficio: alejado de la atmósfera de olores de la competición, encuentra en su familia su lugar de descanso. Cuando se ciñe el peto, en cambio, se adentra en el frenesí del daño, en su aplicación máxima al rival, con celo de no recibirlo él mismo.

Equilibrio. la capacidad de volcar esfuerzos vitales el tiempo suficiente en un proyecto para luego disfrutar de todo lo demás. La dedicación al taekwondo desde pequeño para recoger los frutos una década después. Desde que Adrián Vicente comenzara a imitar a los protagonistas de las películas de acción, hasta su participación en los Juegos Olímpicos de París han pasado muchas cosas. Todas grabadas a fuego. Con el equilibrio de por medio. Esa es su máxima: “Buscar ese balance y ese equilibrio que te hace disfrutar, pero sin desviarte del camino”.

Equilibrio en el desempeño. Mesura y contemporización en la gestión de su carrera deportiva. La juventud no le quita más de una década de experiencia en el deporte, en la disciplina. Mirada atrás para recordar y recabar vivencias, mirada al futuro para saber qué camino elegir, qué meta alcanzar.  “Estoy en mi mejor momento, estoy yendo cuesta arriba, y creo que puedo terminar con medalla y el año que viene seguir para arriba. Se viene lo mejor para los próximos años”.

De Meco a París. Pasaron los días de competiciones en polideportivos municipales. Llegaron los torneos nacionales y, más tarde, los internacionales. El peto estatal constreñía el talento de Adri, que pronto necesitó volar, expandirse, abrirse a tierras y competiciones ignotas, experiencias nuevas, sensaciones con las que nunca soñó. “Está bien disfrutar del camino y del corto plazo. Una vez estás ahí, en los Juegos -él ya estuvo en los de Tokyo-, quieres disfrutar y gozar del camino, y de la estancia. Pero hasta que no vas a competir no disfrutas realmente de nada allí, solo de la ceremonia”.

El equilibrio de Adrián en su relación con el taekwondo habla también de la gestión de las victorias y derrotas, de olvidar unas y centrase en las otras. “A nadie le gusta perder, pero yo me tomo mis derrotas como una manera de aprender e intento no hacer drama en ningún caso. Tenemos un circuito y un calendario muy apretados. Pararse en las victorias y las derrotas no te deja pensar en el futuro”, afirma convencido. Un chico como él, tan absorbido por el taekwondo y tan absorbente por su personalidad arrolladora, busca -casi se obliga a encontrar- descanso mental fuera de su deporte. “Leer la biografía de Andre Agassi me hizo sentir muy identificado por cómo es su vida, con tantas competiciones, hoteles, vuelos…”.  A veces, en la grandeza, en la cima de la montaña, es donde los solitarios vencedores necesitan no sentirse totalmente aislados del común de los mortales.

Fuera del deporte también se agarra a la familia y los amigos. Más allá del taekwondo le aguarda lo mundano. Detrás de esa violencia planificada contra ese rival que simplemente desea lo mismo que él, halla la tranquilidad del hogar. “Con como soy ahora y la fama que tengo me vale. Con la vida que tengo, con mi familia, amigos, equipo, y con mis éxitos deportivos. Así”. No necesita más, ni menos, y es consciente de que en sus 24 horas la tierra gira más de una vez. Sus últimos logros -bronce en el Mundial de Bakú, oro en los Juegos Europeos- no le han hecho perder el contacto con la realidad, a la que vuelve cada vez que puede, porque es consciente de que lleva una vida alejada de la de sus amigos, de la gente normal. “Estamos cenando y me dicen: ‘Me piro, a las seis entro a currar’. ‘Y yo a las nueve cita en el fisio’”. A pesar de su privilegio, también es capaz de apreciar la vida sencilla que ha visto en sus padres, y en su círculo: “Las amistades son un área de descanso. La gente que está en mi entorno lleva la vida que yo quiero tener”.

Las credenciales que presenta Adrián Vicente son más que suficientes para aspirar a todo en la cita olímpica de París. Su estilo, como no podía ser de otra manera, no tiene nada que ver con su personalidad: “Me defino por mi agresividad en el tapiz. Cuando estoy peleando me gusta ser agresivo, meter mucho ritmo de pelea, maltratar a mi rival”. El Adrián de la agresividad y el ritmo, peto ceñido, se presentará en París dispuesto a todo. No hay tiempo para el equilibrio cuando hay medallas en juego. Y Adrián quiere traerse bien mordida la de oro.

 

Sobre el Autor

NUEBO RADIO

NUEBO EVENTOS

Share This