ENTREVISTA | ALBA MORENA
Por: Elena Blanco Esquivel
Con nuevo EP listo para el 15 de marzo bajo el paraguas de Universal y Sonido Muchacho, 2024 parece un año clave para Alba Morena quien, con una formación clásica en violín y tanteos con el mundo del jazz, poco a poco va autodescubriendo su estilo personal ejerciendo de intérprete y productora de sus sonidos.
La autosuficiencia resulta un bien escaso del que solo gozan unos pocos privilegiados… y quizá otros tantos locos. La compositora, productora e intérprete Alba Morena, nacida en Salou en el año 2000, debe de estar, en este sentido y en otros muchos, loca de remate: grabó su primer álbum, Las dos edades (Autoeditado, 2021), casi exclusivamente desde su móvil. Y desde entonces ha hecho del do it yourself más que una forma de vivir artísticamente. Este trabajo en forma de EP largo fue su carta de presentación ante el mundo, con tan solo 21 años. Una aventura que, como en muchos otros casos, coetáneos en momento pero también en generación, comenzó durante la pandemia, ante la indeterminación y la suspensión de las expectativas. “Fue en segundo de carrera, después de estar toda la vida interpretando violín clásico, cuando pensé que me quería dedicar al jazz, porque la verdad es que me encanta y era lo que estaba estudiando en ese momento. Pero de repente llegó el COVID y, casi un poco por obligación, me puse a producir música por mi cuenta. Y por mucho que haya estudiado música clásica y jazz, al final toda la música que escuchas te hace querer jugar más y querer descubrir quién eres tú en este ámbito”.
De todo ese proceso de autodescubrimiento dan testigo sus primeras producciones. Tocando tanto el dreampop como la electrónica y pasándolo después por el filtro flamenco, es esta experimentación la que impregna todo su trabajo y la que está detrás de que su sonido sea muy personal y difícil de etiquetar. “Estaba escuchando mucho C. Tangana, mucho jazz también, pero también a Arca. Y me encanta el reguetón, no me escondo”. Al final se trata de componer tu imagen mental y tratar de encontrar, si es que se puede, un abanico sonoro con el que sentirse identificada.
A partir de mayo de 2023, cuando firma con Universal, su proceso creativo pasa de ser más individual a uno compartido con más músicos y productores. “Al haber tenido formación en música clásica veo que a la hora de producir me acerco con una lente más analítica. Es muy guay contar con la visión de otros músicos que a lo mejor no se fijan en detalles que pueden ser limitantes a la hora de crear si conoces esos códigos y esas reglas. Es una forma más libre de crear”. Más adaptativa, también, y más abierta quizá al desarrollo de emociones en estado puro, con su error, con su imperfección. Esta libertad le ha abierto puertas a incluso más estilos para incorporar en su música, y más sonidos con los que jugar en un próximo trabajo que saldrá el próximo 15 de marzo. “En el álbum hemos metido cosas pop muy bonitas, pero también hay algún tema más traperillo, que es algo que nunca me había planteado, probar con trap, pero ahora que lo he hecho es súper divertido”.
Su tema No me queda na deja de lado las metáforas y expone letras mucho más literales y que tocan realmente el hueso de sus experiencias. “El principio siempre es lo más duro, y cuando estás sola hay mucha gente que se intenta aprovechar de ti. Es como ‘no me queda nada ya por gestionar’ de gente que se me ha acercado y que ha intentado sacarlo todo de mí con el fin de hacer un poco de dinero. También siento que ya no me queda nada por gestionar en la vida, en plan ya me han dejado, ya he salido adelante yo sola… como que estoy ya armada y lista para lo que tenga que venir ahora”.
Aunque creativamente siempre haya sido una persona independiente y con las ideas claras, en el ámbito personal es ahora cuando encuentra el disfrute, el placer de empezar a decir que no, reemplazando el «fomo», esa necesidad tan común que sentimos de vivir todo lo que está a nuestro alcance -y que tiene mucho que ver con la era de la sobreinformación-, por «jomo» o joy of missing out. Puede que sea esta ausencia de miedo a no estar, el placer que entraña hacer la vida de uno sin una agenda impuesta por el sistema, la que le da a sus nuevos singles un sonido más clasificable y definido, sin la presión de demostrar todo lo que la artista puede ofrecer a la vez. Sin presiones. “Siento que estoy en una etapa en la que valoro mucho más los lazos fuertes y duraderos. Al final, la vida son las paellas de los domingos con tus colegas. Ahora intento cuidar mucho más mi intimidad, y valorarla. Es parte del trabajo ir a sitios y conocer a gente, y a mí me encanta, pero es una profesión súper adrenalínica. Un día estás cantando frente a un público enorme y al siguiente estás sola en tu cuarto. Hay que tener una red de apoyo consistente porque, si no, puedes sentir que estás sola contra el mundo”.
En esta nueva etapa de tanto movimiento, Alba decide centrarse en lo estable y en lo duradero. Con el mainstream abriéndose a lo alternativo, parece que se empieza a valorar lo orgánico y vulnerable por encima de lo postizo. “Últimamente vuelvo a conectar con cantantes que ya me habían inspirado antes, como Sílvia Pérez Cruz o Fiona Apple. Entonces eso me gustaría: que, al mirar atrás, lo que vaya saliendo de mi carrera se sienta perdurable en el tiempo”. Juzgando por su corto pero contundente recorrido, apostamos porque así será.