ESTRENO | «HOW TO HAVE SEX»
Por: Daniela Urzola
Sol, fiesta, alcohol y sexo. Todo parece indicar diversión cuando se trata de vacaciones de verano. Pero la realidad de los y las adolescentes que viajan buscando todo esto es mucho más oscura de lo que parece. ‘How To Have Sex’ explora esa otra cara. Y, aunque su título haga pensar en una comedia adolescente a lo ‘American Pie’, la ópera prima de Molly Manning Walker es una radiografía de lo que a menudo no vemos: la realidad de agresiones y abusos a la que se enfrentan miles de mujeres en estos espacios. Aquí analizamos el filme y hablamos con su directora.
Año tras año, adolescentes ingleses vienen a pasar sus vacaciones de verano a la costa mediterránea. Son días en los que la fiesta dura 24 horas y donde miles de mujeres jóvenes se ven expuestas a experiencias de todo tipo: algunas divertidas, otras todo lo contrario… Esta es la realidad que se propone retratar Molly Manning Walker en su ópera prima How to Have Sex, una reflexión sobre la cultura de la violación en estos espacios que pone sobre la mesa el tema del consentimiento y las áreas grises que lo rodean. “Quería hacer una película que cuestionara cómo la violación y el consentimiento han sido entendidos a partir del binarismo, reduciendo todo a un ‘sí/no’. En aquella escena -de la primera agresión-, se demuestra una mentalidad de ‘el NO, no es final pero el SÍ, sí’ que rige esta cultura. Es algo en lo que, como sociedad, tenemos que pensar”, dice la directora, cuyas experiencias personales inspiraron el filme. “Fui a muchas vacaciones de este tipo cuando era una adolescente y mucho de esto viene de recuerdos de aquella época; de situaciones que viví y que solo tiempo después entendí que no eran normales”, afirma procediendo a ahondar en ejemplos concretos que ha traducido a la pantalla: “La escena de la felación en el escenario es algo que vi con mis amigos en una de estas vacaciones, y no fue sino hasta más adelante en la vida cuando todos nos dimos cuenta de que nos habíamos sentido muy incómodos…, pero fingimos que no, porque era parte de pasarlo bien. Quise poner la mirada sobre este engaño, sobre esa necesidad de fingir qué sentimos cuando somos adolescentes y cómo esto determina la manera en la que existimos en estos espacios”.
Para esto, la construcción de los personajes fue fundamental. Por supuesto, en primer lugar, el de Tara, la joven protagonista, a través de quien vemos todas estas experiencias y en cuyo personaje se ejemplifican muchas de las presiones que sufren las adolescentes. “La idea era estar siempre pegados al rostro de Taz -Tara-, sentir que estábamos siempre siguiendo la pista de sus emociones muy de cerca”, señala
Manning Walker, explicando las decisiones formales detrás del sentimiento de angustia constante que transmite el film. “Por eso luego, cuando Taz desaparece, no quería que el punto de vista estuviera en un nuevo personaje, sino que la cámara se moviera como si la estuviera buscando todo el tiempo sin llegar nunca a encontrarla. Todo para resaltar el hecho de que ella no está allí. Y como había estado prácticamente en todos los planos hasta ese momento, se hace muy evidente el hecho de que ya no está”.
Sobre la elección de Mia McKenna-Bruce, cuya interpretación ha recibido múltiples elogios y nominaciones, señala la directora: “Hizo una audición muy pronto en el proceso de casting y supimos de una vez que tenía que ser ella. Mia tiene una habilidad impresionante de encarnar dos cosas al mismo tiempo: lo que muestra el personaje hacia fuera y cómo se está sintiendo por debajo. Creo que es una aptitud muy rara de encontrar en una actriz. Para mí, Mia es una superestrella”.
Además, para Manning Walker fue crucial no descuidar a los personajes masculinos: “Una de las cosas que queríamos era no dejar a los hombres fuera de la conversación. Para esto, cada personaje retratado debía ser tridimensional: nadie demasiado bueno, nadie demasiado malo. Todos ellos tienen defectos, y esto es un reflejo de la vida real. A menudo, los hombres que asumen el papel del agresor lo representan de una manera muy horrenda, lo cual impide que los espectadores hombres se puedan ver reflejados en ellos. Para mí era muy importante que los hombres se pudieran ver en esos personajes y que a partir de ahí inicien una conversación”. No solamente el personaje del agresor sino también los otros hombres presentes, como Badger, quien parece cuidar de Tara y preocuparse por ella, pero, a pesar de ello, opta por el silencio y, en palabras de Manning Walker, “al final le falla”.
Y es que How To Have Sex logra representar de manera muy atinada las diferentes caras de la cultura de la violación: la mencionada complicidad a través del silencio, pero también, por otro lado, la sororidad que se crea entre mujeres frente a las situaciones de abuso. Esto ocupa un lugar importante a lo largo de toda la cinta y especialmente hacia el final: “En la película hay una gran pregunta sobre la amistad femenina. Skye, por ejemplo, en muchas ocasiones presiona a Tara y la empuja hacia situaciones que la colocan en una posición incómoda. Es una relación muy complicada, pero sigue habiendo un lazo muy fuerte entre ellas, y el gesto de tomarle la mano al final es una señal de que esas amistades te ayudarán a recuperarte de estas situaciones y salir adelante”, señala la directora. “Mientras tanto, Em representa cómo podemos estar más seguras. Cómo, cuando logramos poner en palabras lo que nos ha pasado y hablarlo con nuestras amigas, sobrellevarlo se hace al menos un poco más fácil. Espero que ese sentimiento de solidaridad quede después de ver el filme”.
Jakwob
Otros aspectos importantes para transmitir los sentimientos de Tara en How to Have Sex -en especial la manera en que experimenta el trauma- son la música y el diseño de sonido. Al respecto, Manning Walker señala: “La disociación, la sensación de estar en tu propia cabeza y que todo alrededor se silencie… todo eso es gracias a que tanto los sonidistas como el compositor son personas muy sensibles y reaccionaban muy bien a la interpretación de Mia. Era ella quien guiaba dónde debía desaparecer o disminuir la música, casi como siguiendo sus latidos”. El compositor al que se refiere es James Edward Jacob, más conocido por su pseudónimo, Jakwob. La banda sonora de How to Have Sex es su primer trabajo en un largometraje, habiendo trabajado antes también en publicidad y algunos cortometrajes. Pero no es esta la principal razón de su reconocimiento: el productor, compositor y DJ británico ha trabajado con artistas como Charli XCX, Aurora, Shygirl o Riz MC, al tiempo que ha ido labrando una carrera propia tras hacerse conocido por sus remixes desde 2009. Su estilo musical se caracteriza por trascender las fronteras entre géneros, con un énfasis en los ritmos electrónicos heredados del dubstep. Dentro de sus colaboraciones más aclamadas encontramos su trabajo con Nia Archives -a quien veremos como parte del line up del Mad Cool este 2024-, en el papel de productor y coautor de muchos de sus sencillos, entre ellos Forbidden Feelingz y Baianá. Otra de sus colaboradoras habituales es Little Simz, con quien empezó a trabajar hace casi diez años en los hits de 2015, Time Capsule y Devour. En 2021 volvieron a trabajar juntos en el sencillo Rollin Stone y este año se han reencontrado en el último EP de la multipremiada rapera, Drop 7, lanzado por sorpresa el pasado 9 de febrero. Las 7 canciones que lo conforman han sido escritas a cuatro manos por Little Simz y Jakwob, y producidas por este en su totalidad.