Seleccionar página

ENTREVISTA | CARLOS ARES 

ENTREVISTA | CARLOS ARES 

Por: Gabriel Cárcoba

Carlos Ares, multinstrumentista, productor y cantante, se ha liberado de sus ataduras y ha elegido la opción más complicada, aunque parezca fácil: dejarse llevar. Inspirado por los sonidos y paisajes de su tierra natal, el gallego ha creado un primer disco irrepetible. Anclado tanto en el folk alternativo como en la electrónica de sutileza y textura, ‘peregrino’ es tan único como el personaje al que presenta. Disponible el 9 de febrero

Había una vez, en una pequeña cueva de Coruña, un ermitaño. Desaliñado, haraposo, gruñón. Cansado de la vida en la ciudad, el peregrino había recogido sus posesiones más preciadas y tomado rumbo al epicentro mismo de la naturaleza con un objetivo en mente: crear su primer disco. Aunque podría ser la historia de Carlos Ares, realmente es la del protagonista de su álbum de debut. Aunque el propio Carlos confiesa que sí se ha sentido de esta manera en algunas ocasiones. “Es esa sensación de querer mandarlo todo a la mierda, pasar de todo lo que tenemos aquí montado y decir: voy a irme muy lejos a ver si se me quita el dolor de cabeza”. Es lo que tiene vivir solo en Madrid durante años: la ciudad, muchas veces, pesa.

Para su creador, Peregrino representa tanto el principio como el final de un largo camino recorrido que, si nos remontamos lo suficiente, comienza cuando Ares da su primera clase de piano a los dos años. “Es el fin de muchas inseguridades y de una nebulosa que he tenido en la cabeza últimamente, de una etapa oscura en que no tenía clara una dirección artística o cómo controlarla”. Por suerte, el sol ahora brilla más fuerte. “Es el comienzo de una etapa en la que tengo mucha más seguridad a la hora de crear, en la que siento mucho más disfrute, porque ya estoy escribiendo y produciendo canciones pensando en el futuro concierto y en el efecto sorpresa en el público. Estoy, por suerte, en un momento inspirador y emocionante”.

Componen Peregrino doce canciones creadas para ser cantadas, bailadas y disfrutadas frente al público. Cuántos más mejor. Ares cuenta que las ganas de subirse a un escenario le venían picando desde hace tiempo. “Siempre fue como que esperábamos a que sucediera algo, ¿sabes?”. Y Carlos Ares se ha cansado de esperar. “Hay una manera de hacer música ahora en la que vas haciendo singles esperando a que lo que publiques sea un éxito. Me mal aconsejaron para que siguiera esa dinámica y es la que he mantenido durante estos últimos años”, lamenta. Habrá artistas a los que les funcione, pero en su caso “todo lo que me aconsejaban era mantenerme en una misma línea, trabajar siempre igual y hacer el mismo tipo de canción”. La industria, sí, muchas veces da bandazos buscando replicar un horizonte de éxitos que cada vez es más inasible, más inexplicable, más imprevisible. Pero cada caso es un mundo. Así que allá por 2020, con la pandemia todavía a rastras, Carlos dejó de hacer caso a todas esas personas para seguir su instinto y dar rienda suelta a sus inquietudes, de corte más experimental, ajenas a la presión asociada a ese pop concebido para escalar posiciones en las playlists de rigor. “Si un artista quiere encontrar algo con potencia de verdad, una semilla artística, debe pasar por probar doscientas mil ideas, lo más variopintas posible, porque es ahí donde te vas a dar cuenta de cuál es el terreno en que te sientes más cómodo y cuál no”.

Producido íntegramente por el propio Ares, que también toca prácticamente todos los instrumentos, Peregrino, dice, es una vuelta a sus raíces. “Cuando me propuse hacer algo que tuviese una identidad fuerte y reconocible traté de extraer esa identidad de mí mismo, no inventármela”. No es raro que el gallego de 27 años deje el ruido de Madrid de vez en cuando para volver a oler el rocío y sentir los estímulos del campo. “Es lo que he hecho en esos momentos en que he tenido picos del trastorno de ansiedad con el que cargo desde hace años. Mi tendencia siempre es irme al pueblo a desconectar, poner los pies en la tierra”. Y aquí es donde entra el protagonista de Peregrino, que pisa por un lugar donde la tierra siempre está mojada. “En los peores momentos, mi refugio ha sido mi tierra, Galicia, y mi familia. Hasta hace poco no me había dado cuenta de que eso tenía tanta fuerza y personalidad, así que decidí potenciarlo e incluso llevarlo al terreno de la exageración”.

En todo este complicado proceso, la relación que mantiene con la música también ha jugado un importante papel. Y esta no ha sido siempre fácil. “He tenido un par de momentos en mi vida en que o empezaba a hacer las cosas de la manera en que estoy haciéndolas ahora, o la música iba a terminar por generarme un sentimiento muy negativo. Tanto que a lo mejor me tenía que plantear dedicarme a otra cosa”. Por suerte, en un momento dado apareció la claridad. “Dejé de sentirme frustrado por componer música sin coherencia, canciones que seguramente eran un poco hipócritas porque estaba tratando de complacer los deseos de otras personas y no los míos”. Mientras que unos buscan las cifras y el éxito rápido, a Carlos Ares le basta con menos… o con mucho más. “Mi disco no se ha publicado y ya ha sido un éxito, porque me ha hecho evolucionar como persona colocándome en otro lugar. Este álbum ya ha cumplido su función”. Es más, Carlos asegura que hay Peregrino para rato, porque siente que este es un proyecto en construcción que merece la pena desarrollar. “Este disco va a tener una segunda parte seguro, porque ha venido acompañado de la creación de una banda y un proyecto en directo que tiene mucha importancia dentro de lo que es el álbum”. ¿Y si además del desarrollo personal también se consigue el éxito de cifras? “No tengo muy claro si eso es lo que quiero. Sería algo que me daría la oportunidad de que me conociera más gente, pero soy un poco frío para eso. Creo que es un poco contraproducente pegar saltos demasiado grandes”.

Ares está feliz con su recorrido, lento, pero constante. Antes de cumplir diez años ya tenía claro que su futuro iba a estar vinculado a la música. “Siempre he tenido muchísima confianza en mí mismo, y sabía que me iba a dedicar a la música y que iba a terminar viviendo de ella”. Tras pasar por las manos de profesores particulares y, posteriormente, por el conservatorio, había algo que nadie le había enseñado. “Era tan fácil como confiar en mí mismo”. Cuando decidió que su destino no estaba en la música clásica que le habían enseñado durante toda su vida, se montó su propio horario de clases. “Me empecé a juntar con Sergio Delgado, mi pianista, y con 15 años ya había aprendido a producir y grabar mis primeras canciones”. Como es habitual en estos casos, y más allá de la férrea disciplina autoimpuesta, su vocación artística tiene mucho que ver con lo que vivía en casa. “Sin darse cuenta, mi madre y mi padre me iban nutriendo de los grandes pilares de la música: hubo una etapa de rock, de blues, otra de música afroamericana, James Brown, el funk con Prince, reggae… hasta música brasileña. Nos encantaba Carlinhos Brown”.

Con ese bagaje musical es hasta lógico que el sonido de Peregrino resulte familiar y, al mismo tiempo, inclasificable. “Trato siempre de crear música que yo mismo no sepa asociar con referentes claros”, reflexiona. La variedad estilística de los sencillos previos al lanzamiento del disco abundan en esa idea: la de un álbum que suena como si Kanye West y Bon Iver se metiesen en el estudio armados solo con una guitarra acústica. El suyo es un contraste continuo entre la suavidad y libertad del folk y la potencia de una mega producción. “Si tuviese que describir este disco en concreto sería: música folk alternativa, indie pop, rap… y rock”.

Al mismo tiempo, la gran variedad de instrumentos (guitarras de todo tipo, mandolinas, violines, etc) que ha utilizado para dar los diferentes matices de color a las canciones de Peregrino prometen ser un gran reclamo de cara a los directos: “Quería darle un aire un poco celta a la movida. Es un sonido seco, que parece provenir de una cabaña de madera y guitarras rotas. He utilizado los peores instrumentos que tenía”. Hasta ha recurrido a una sartén… “Se llama tixola y antiguamente entiendo que se usaba para cocinar, pero no tengo muy clara su historia”. Este es uno de los instrumentos que promete sacar a pasear cuando presente el disco en directo. “Nos gustaba la idea de que, de repente, uno de los músicos la sostuviese como si fuese el hacha de la libertad y que la aporrease con una llave inglesa”.

Aparte de la música que lanza bajo su propio nombre, Ares lleva años destacando en su faceta como productor para otros músicos. Fuera de este proyecto, tiene su círculo de colaboradores de confianza en artistas como Paula Cendejas, Deva, Khotton Palm, Vic Mirallas o Marc Seguí. “Vine a Madrid muy solo, y me he dedicado prácticamente solo a trabajar desde hace muchos años. Yo pensaba que no se debía mezclar el trabajo y lo personal, pero en realidad el trabajo me ha llevado a conocer a personas que han traspasado esa línea”. Su trabajo dentro del estudio se ha convertido en una extensión de todo un universo artístico. “Considero que todos aquellos trabajos en los que participo como productor son, en mayor o menor medida, parte de mi obra artística”. Curiosamente ninguno de esos amigos se asoma a Peregrino. “Me parecía que hacer una colaboración con alguien asociado a un determinado movimiento artístico iba a ser contraproducente con la idea que tenía. Peregrino soy yo desde el principio hasta el final. Además, conceptualmente no tenía sentido plantear colaboraciones: si el personaje está perdido en la montaña, como la colaboración no fuese con un animal…”. A lo Fiona Apple, por ahí hay tema para esa prometida continuación de Peregrino

 

 

 

 

Sobre el Autor

NUEBO RADIO

NUEBO EVENTOS

Share This