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[ENTREVISTA] LA PLAZUELA

[ENTREVISTA] LA PLAZUELA

NITRO Y EL INDIO. O EL INDIO Y NITRO. EL ORDEN DE LOS FACTORES NO ALTERA EL (PEN)ÚLTIMO FENÓMENO DE NUESTRA MÚSICA POPULAR, ESA TAN CERCA DEL BARRIO COMO DE LA PISTA DE BAILE. HABLAMOS CON AMBOS SOBRE ‘RONEO FUNK CLUB’, SU DISCO DE DEBUT CON NOMBRE DE DISCO SETENTERA Y SONIDO 100% CONTEMPORÁNEO. TAMBIÉN DE OTRAS COSAS, CLARO. QUE LA VIDA EN LA PLAZUELA, YA SABEN, SIEMPRE DA PARA TEMAS DE CONVERSACIÓN…

Lástima que las prisas y la distancia nos priven de un encuentro cara a cara. La entrevis ta se ha cerrado in ¡ extremis, con los plazos de entrega resoplando en la nuca, y los chicos, con su álbum en plataforma de despegue, andan de promo en la capital. Así que para la charla tiramos de esa plataforma que, eso sí, al menos comparte nombre con otra solución estética que arrasó también en los setenta, aunque fuera en el campo del cine: el zoom. Claro que no es lo mismo hablar pantalla mediante que rodeado del ambientillo gozoso que ya he podido experimentar con La Plazuela en algún que otro backstage. Si tienes la suerte de caer en alguno con ellos podrás comprobarlo: aquí no hay músicos compartiendo amistad, sino amigos compartiendo música. “La historia te la  puedo resumir más o menos rapidilla”, se adelanta Luis Abril, alias Nitro. “Nosotros somos amigos desde los tres años, y siempre hemos estado juntos, pero no siempre hemos hecho música juntos. Con trece o catorce años yo tenía una banda, que estaba aquí en Madrid. Yo no vivía en Madrid, pero estaba mi primo y tal, y era una banda de pop rock español, básicamente. Empecé a hacer conciertillos, saber lo que era tener una banda, un local de ensayo, componer… y me di cuenta de que era lo que me molaba. Y en esa época el Indio empezó a escuchar muchísimo flamenco, pero no tenía ninguna pretensión de dedicarse a eso ni nada. Y, creo que fue el año en que me fui a vivir a México, no sé si porque echaba de menos mi tierra, pero empecé a estar más cerca, quizá no tanto del flamenco flamenco, pero sí de la fusión. El Indio a su vez, mientras estaba aquí en España, empezó a interesarse también por la fusión dentro del flamenco. Así que cuando volví nos encontramos justo ahí, en la fusión flamenca, tendríamos 18 años o así… Bueno, La Plazuela Techá ya existía cuando teníamos 16 o 17 años ¿no, Indio?”. Su compañero Manuel Hidalgo asiente, y yo aprovecho para indagar no solo en los orígenes de la banda, ahora mucho más claros, sino también en los de sus apodos. “Lo mío es muy fácil, es blanco y en botella. Me fui un año a la India con dieciocho años y desde entonces. Los motes no los puedes elegir, te los ponen los demás. A mí me empezaron a llamar el Indio y con el Indio me he quedado”. ¿Y lo de Nitro? “La verdad es que prefiero mantener esa historia oculta”, zanja su partenaire. Lo cierto es que con nombres como esos no desentonarían en otra banda, la del Torete. Aunque con las comparaciones quinquis, algo cada vez más habitual en nuestra escena sobre todo desde la eclosión de esa kinkidelia proclamada por los Derby, ellos prefieren mantener distancias: “Las etiquetas por un lado molan, pero por otro creo que hay que darles importancia, la justa. De todos modos, si lo explicas todo bien, puedes quitarte cualquier etiqueta. Por ejemplo, el tema de lo quinqui es algo a lo que le tenemos mucho respeto. Ahora mismo la palabra quinqui se usa con demasiada facilidad. Hay que ser consciente de dónde viene la palabra y darle a cada uno su espacio. Quinquis hay otros ahora mismo, y no creo que seamos nosotros”, ríen mientras brillan sus oros.

la plazuela

Oros al margen, ese chandalismo ilustrado del que hacen gala les emparenta a su vez con otros quinquis deluxe, habituales en el cine de Guy Ritchie. Y hay otra cosa que comparten tan british como el fish’n’chips: su devoción por el drum & bass y el UK garage. Nitro reconoce la deuda: “Yo últimamente, sobre todo en el último año, compongo mucho a 140, 145 bpm, con ritmo de UK Garage”. Pero no tarda en puntualizar al respecto y marcar de nuevo distancias: “A mí me flipa la electrónica y con La Plazuela me encantaría seguir haciendo cosas de electrónica, pero no es uno de los pilares del grupo. Creo que La Plazuela bebe mucho de la electrónica, en ciertos sonidos y en la forma incluso de trabajar, de moverse… Pero, sinceramente, no creemos que La Plazuela encajemos en la etiqueta de música electrónica. Lo bueno es que si queremos producir un tema enfocado al club, sabemos cómo hacerlo”. Y, por lo que nos cuenta el Indio, hace tiempo que son más que autosuficientes: “Un punto de inflexión fue, sin duda, el momento en que tanto Nitro como yo nos descargamos por primera vez el Ableton y empezamos a preproducir nosotros mismos en nuestra casa. Hasta ese momento todo lo que grabábamos en un estudio era orgánico, interpretado por una banda que tocaba los instrumentos. En el momento en que Nitro y yo empezamos a descubrir los samples, que puedes grabar un bajo midi… ahí nos dimos cuenta de que podíamos apuntar desde el primer momento al sonido que queríamos”. Hablando de casa, la suya es Granada. Una ciudad con una tradición que pesa lo suyo y a la que hacen más de una alusión en el disco. Adentrarse en las canciones de La Plazuela es perderse también en el Albaicín, en el Paseo de los Tristes, en la Carrera del Darro. “Es que Granada es nuestro escenario, como si fuera una película”, confiesa Nitro. “Nosotros al final escribimos de lo que vemos, de lo que vivimos. Y es verdad que tenemos la suerte de que Granada es el mejor escenario posible para nosotros. Aunque creo que estamos en un momento en el que más amamos a Granada… pero nos vamos a ir”. ¡Oh sorpresa! ¿Y ese propósito de mudanza? “Hay un punto en el que te tienes que mover”, reconoce el Indio. “Creo que cuando tienes tanto cariño a tu ciudad llega un momento en que debes desarrollar una relación como la que tienes con tus padres: por mucho que los quieras, sabes que te tienes que ir de casa. Pero eso no quiere decir que dejes de quererlos”.

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A pesar de su exultante juventud –24 años cada uno-, ambos pueden presumir de haber exprimido la ciudad hasta la última gota. “Si de algo podemos echarnos flores es de que en Granada nos hemos movido en todos los ambientes posibles”, espeta Nitro. “Desde que tenemos 16 años saliendo todas las noches, imagina: nos hemos juntado con los más indies, nos hemos juntado con los más hippies, con los flamencos y con todo el mundo. Y eso es algo que se ha ido notando en nuestro desarrollo a través del tiempo. Recuerdo que incluso durante un tiempo nos dio por ir al JJ, que era cosa de cantautores, y no salíamos de ahí. Hasta que no hemos conocido todos los ambientes y hemos acabado teniendo amigos en todos lados, no hemos terminado de perfilar hacia dónde iba a evolucionar nuestra música. El sonido de La Plazuela y nuestras influencias reconocibles son la consecuencia de haber conocido a tanta gente, de frecuentar todos los ambientes musicales. Si alguien en Granada puede reunir ahora roneo, funk y club en un mismo disco, esos somos nosotros. Porque hemos pasado por todo: desde habernos ido con 14 años a las cuevas, a movernos con 16 por las jam sessions y los conciertos de cantautores, luego irnos de fiesta a Copera… ¡Y alguna que otra rave que también nos hemos comido! Aunque no sea nuestro fuerte”. Con las raves hemos topado. Una experiencia nada ajena ni a la cultura sureña ni tampoco al mundo chandalero. Bien mirado y mejor oído, Roneo Funk Club, más allá de ese aroma groove que desprende todo el disco, tiene también los mimbres de una rave

LA PLAZUELA

Comienza suavecito pero con bullicio -¡hasta un afilador suena en el ambiente de La ida, una colombiana en forma de intro-, te mete el ritmo -y el veneno- en el cuerpo poquito a poco y con ritmo sincopado –La primerica helá, Realejo Beach, Tu palabra, El lao de la pena…-, te lleva al éxtasis cuando se acerca el final -ese Mira la niña, como si a Jamiroquai le hubiera dado por el breakbeat– y te baja los pies al suelo con la sonrisa puesta en sus dos últimos escarceos –Camino de cristales y, otra colombiana, La vuelta-. ¿Todo premeditado? “Yo personalmente no soy partidario de los discos que suenan como un recopilatorio”, admite el Indio. “Si van a sonar a temas sueltos, para eso sácalos como singles y ya está. Aunque es cierto que no hemos ido componiendo los temas para que tuvieran este orden, sí que el principio y el final estaban claros. Y, como son unos cantes de ida y vuelta, nos venía genial para que el disco fuera igualmente un viaje con su ida y su vuelta”. Por si nos quedaba alguna duda sobre la estrecha relación entre Roneo Funk Club y la cultura de club, sea o no ravera, Nitro nos la despeja: “A mí me ocurre con el disco lo mismo que me pasa con los conciertos, y es que aprendo mucho del concepto musical de las sesiones de los DJs. Me alucina cómo una sesión de una hora y media te va guiando y te enseña en qué momento subir, en qué momento bajar… y cómo acabar también. Por ejemplo, las sesiones que acaban con una balada, sin bombos, sin nada, en que todo llega a su fin de una forma súper bonita y súper tranquila, después de haberte pegado un atracón bailando y gozando, eso es algo precioso…”.

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Texto
TALI CARRETO
Fotografía
EDU GONZÁLEZ Y DANI VALDE

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