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ENTREVISTA | METH MATH

ENTREVISTA | METH MATH

Por: Guillermo Chaparro

El trío mexicano publica su álbum debut, ‘Chupetones’ (In Real Life / POPSTOCK!), un trabajo producido por Nick León (BÚSCALO EN LOS CRÉDITOS DE ‘MOTOMAMI’) en el que conviven odas al corazón partido con las ganas de perrear y quemar suela en la oscuridad de un club post-apocalítptico.

Meth Math nacieron hace cuatro años en Hermosilla, al norte de México, y como muchas otras bandas fueron el resultado de “una tarde aburrida y sin nada que hacer en la que nos juntamos para pasar el rato”, tal y como cuenta Ángel Ballesteros, voz y frontwoman del proyecto musical que comparte junto a sus amigos y productores error.error (Efrén Coronado) y Bonsai Babies (To Robles). En aquellas quedadas fueron dando forma a un sonido y unas letras que continuamente juegan con las contradicciones: el balanceo de luz y oscuridad, líricas que mezclan lo emo y romántico con algo muy mundano y hasta a veces grotesco, y una especial habilidad para aunar lírica triste y bases de club. Esta dualidad les ha llevado a definir su música como “fina pero cochina, porque amamos lo cochino. Pero a veces la vida es demasiado vulgar y resulta bonito romantizarla”. En sus referencias musicales también encontramos esas contradicciones: citan desde The Knife, Autechre o Enya hasta referentes de pop adolescente como Gloria Trevi o Bela Nova, una mezcolanza musical que no deja de ser uno de los síntomas de la cultura actual y sus hábitos de consumo: “Ya nada es puro, estamos atascados de información y estimulantes”, reflexiona Ballesteros. “Al final”, continúa, “nuestra manera de componer es un modelo que usa la naturaleza. Nada tiene sentido, solo hay una fuerza superior empujándonos a hacer cosas, y si la sabes escuchar te lleva a buenos lugares y conclusiones”.

El primero de esos lugares fue su EP debut, Pompi, publicado en 2020 y con el que presentaron una de sus características más reconocibles: voces hiperdistorsionadas que flotan sobre música de club deconstruida. Dos años después llegó mortal, un segundo EP con el que doblaron la apuesta mezclando sonidos dembow con música de club experimental, y que llamó la atención de algunos de los productores más interesantes del panorama electrónico actual, como Sega Bodega y Dinamarca.

Y así llegamos a una de las -primeras- paradas de este viaje, el lanzamiento de su álbum debut, Chupetones. Un estreno que se había hecho de esperar: Meth Math llevaban hablando de esa primera colección de canciones desde 2021. “El viaje para publicar un álbum es toda una odisea, especialmente cuando hay tanta gente involucrada y con una disquera tan importante detrás”, cuenta la cantante. Al igual que en sus trabajos previos, el método de trabajo consistió en reunirse los tres para que cada uno compartiera con el resto sus descubrimientos o composiciones, y a partir de ahí comenzar a experimentar. No obstante, con este trabajo hubo una novedad importante, y es que para dar forma a las canciones que iban surgiendo se trasladaron a Miami para grabar con el aventajado productor y puntal del sello TraTraTrax Nick León (Rosalía, Empress Of), quien se encargó de que “las canciones sonaran más digeribles, limpias, algo más comerciales. En definitiva, les dio un toquesito pop”.

Chupetones es una muestra más de lo cómodos que se sienten Meth Math con las contradicciones, empezando por el mismo título: “Los chupetones son las heridas de los besos, son como el sufrimiento de pasarlo bien”, explica Ballesteros. Cuando le damos al play escuchamos los diferentes mundos que conforman su música y que la propia banda define como “una fiesta gótica que juega entre lo sagrado y lo profano, entre el perreo y el lloriqueo. Temas que son a la vez odas al corazón partido e invitaciones a la oscuridad de un club post-apocalíptico”.

Seguramente esa combinación de música de baile y letras con mensaje sea una de las claves para entender cómo en tan solo cuatro años y con dos EPs publicados han sido capaces de tener una creciente comunidad de seguidores a la que siempre han tenido muy presentes: “Amo a la gente que baila en la oscuridad, y voy a hacer cosas que atraigan a la gente que amo”, confiesa Ballesteros. También han llamado la atención de la prensa especializada, incluso más allá del territorio nacional, como bien quedó reflejado cuando les invitaron a participar en el icónico Bolier Room: New York City de hace unos meses. “Todavía no sabría explicar por qué nos invitaron y que hayamos tenido tanta repercusión. Supongo que puede ser porque hablamos desde un lugar sincero y la gente se siente identificada”. Pero la cosa no queda ahí, ya que para su próxima gira Meth Math han confirmado fechas en países como Corea, China, Japón y Taiwan, donde su música tiene mucho sentido. “Tanto en el aspecto puramente musical como en la parte visual tenemos referencias asiáticas y siento que hay una conversación abierta ente nuestras culturas”, reconoce la cantante.

Estos conciertos formarán parte de una gira que comenzará con el lanzamiento de Chupetones y en la cual llevan mucho tiempo trabajando. “Antes no pensábamos en la manera en que iban a sonar en vivo las canciones, y ahora sin embargo tenemos en mente crear performances”, cuenta Ballesteros. La vena experimental de Meth Math va a seguir presente en sus conciertos y por muy preparado que lleven un show siempre “nos vamos a dejar llevar por la energía del público”.

Pero no todo es fiesta y corazones rotos. Si prestamos atención a sus letras también encontramos un mensaje claro y directo en ellas. En Mantis, por ejemplo, la letra gira en torno al amor sáfico, un término que en los últimos años ha adquirido especial relevancia al ligarse con el movimiento feminista y la lucha contra el sistema heteropatriarcal. “Los artistas siempre deberían tener un mensaje. Si planteas las cosas sin tener una misión o un sentido, ¿para qué lo estás haciendo? Mejor calla y deja que hablen los que necesiten ser escuchados”, afirma la cantante y letrista. “A veces me entristecen las canciones que llegan a ser populares y en las que no hay sustancia, un mantra hueco y desperdiciado que solo reafirma un mundo vacío y sin intención”.

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