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ENTREVISTA | DELAPORTE

ENTREVISTA | DELAPORTE

Por: Andrea Rullán

Con ‘Aquí y ahora’ (Mad Moon Music), Delaporte abrazan precisamente eso, el momento presente, el lugar en el que los pies hacen contacto con el suelo, y renacen a una versión más consciente de sí misma. Una que no renuncia a la euforia o a las emociones ni a la celebración, pero sí a los complejos, las dudas y los condicionamientos. Al fuego con ellos en una hoguera de techno y sudor.

“¡He venido a pasarlo bien!” es ese leitmotiv, ese rótulo en una taza de café que alguien te ha regalado, ese mensaje escrito en un post-it que lees todos los días a ver si consigues, aunque sea un poco, integrarlo en tu forma de ser. Con esa idea en la cabeza engendraron Sandra Delaporte y Sergio Salvi su último álbum de estudio, Aquí y ahora (Mad Moon Music, 2024). Un disco concebido como la puerta hacia una filosofía más hedonista y, quizá, menos exigente con el acto mismo de crear. Un mantra -el disfrutar los momentos por encima de todo y situar la conciencia en el hoy, en el presente- que ambos se han repetido a lo largo de todo el proceso compositivo y que ha resultado en una de las propuestas más reales que el dúo napolitano-español ha publicado hasta el momento. “Queríamos desprendernos de cualquier tipo de pensamiento que ensucie o enturbie la cabeza, dejar atrás las expectativas del público o la crítica, si iba a gustar o no, y a qué gente… y hacer lo que nos latía, lo que nos salía de nuestras entrañas sin ningún tipo de filtro o pudor”, cuenta Salvi al otro lado del teléfono.

Y lo han hecho. Delaporte construyen a lo largo de trece canciones un discurso digno en el que dejan atrás los prejuicios y las presiones por alcanzar una especie de meta propia, la tiranía de los números, y en el que, como ellos mismos reconocen, consiguen mostrarse más sinceros que nunca: “Estamos muy acostumbrados a compararnos todo el rato, a pensar en si los demás lo hacen mejor o reciben más reconocimiento. Eso te quita de disfrutar de lo que estás haciendo. Hagas lo que hagas, lo importante es hacer las cosas con amor. Y hacerlas con amor ya es un éxito porque disfrutas de hacerlo. Sandra y yo hemos abrazado esa mentalidad: para nosotros es fundamental para vivir bien, lo necesitamos. Con Aquí y ahora, precisamente, no nos hemos fijado objetivos que cumplir. Si hacemos eso, sin querer, nuestro bienestar depende del futuro y de algo que jamás va a estar bajo nuestro control. Ahora nuestro bienestar radica en disfrutar de lo que hacemos, y todo lo que venga tras eso será un regalo”.

Está claro que es toda una declaración de intenciones, y se manifiesta constantemente en un trabajo desenfadado en el que convive el pop con el techno de raíz, ese que en ocasiones te permite coger aire y entrar en un estado de trance, pero que no se desprende de un carácter eminentemente positivo a través letras amables, buenrollismo y esa aspiración de la que tanto hablan hacia algo mucho más sencillo, pero no por eso fácil: hacer reír, disfrutar y sanar las heridas. “A veces, el estilo de vida que tenemos nos puede llevar a un sufrimiento totalmente innecesario que nos autogeneramos”, dice Salvi. “Creemos en pensamientos que no son reales. La idea de éxito que impera en la sociedad en general, por ejemplo, esa necesidad de estar siempre en constante crecimiento, proyectándose hacia el futuro… ponemos muchísima energía en algo que no depende por completo de nosotros, y todas esas ideas nos alejan y nos desconectan de nuestro presente, del momento más inmediato, de conectar con nosotros mismos y de lo que realmente es real, valga la redundancia: que hace falta muy poco para disfrutar y pasarlo bien”.

Y para pasarlo bien encontramos pistas en este álbum como Súbete la radio, Me siento bien post fiebre en Altai o El techno cura, todo temas de carácter expansivo y que nos invitan a estar en el presente, conscientes, pero que insisten además en esa cualidad sanadora de la música electrónica, tan relacionada con los estados de ánimo en sí misma y tan afín al disfrute en comunidad. Junto a ellas, otras que narran a golpe de ironía y con mucho humor los errores cometidos, aireándolos, sacándolos afuera, buscando quizá un efecto de redención que termine en una sincera aceptación de uno mismo: Me la pegué o Corre que te mato nos hacen testigos del proceso creativo del dúo en una de sus etapas más vulnerables mientras espiamos, de algún modo, las bambalinas de la composición.

Las letras en Delaporte siempre han dado un poco esa sensación de estar palpitando de vida. Siempre han tenido que ver con la celebración, y nunca se han restringido a la hora de hablar de sentimientos, de ponerlos a flor de piel. Y, sin embargo, este nuevo trabajo les ve enfocarlo todo desde un renovado prisma de autenticidad, desde las risas mutuas y desde una deliberada intención de tomarse las cosas mucho menos en serio.

Y en ese proceso, pensando más bien en ellos mismos y en lo que necesitan en este momento, ajenos al qué dirán y a modas que en según qué punto han llegado a esclavizarles, Sandra y Salvi se despiden -al menos por ahora- de las referencias más urbanas de su sonido para abandonarse por completo a su faceta de club, abrazar la explosión rave y subir así las dosis de adrenalina de su propuesta. Los Delaporte de 2024 beben más del optimismo hipervitaminado de Fred Again.., de la intensidad lumínica y la pegada emocional de Bicep y Four Tet o de la velocidad y el filo melódico de los estilos derivados del UK garage que de los modos del nuevo pop con el que se relacionan más fácilmente sus inicios. Aunque reconocen que cuando están componiendo se filtran referencias de muchas cosas que están escuchando, y que lo hacen un poco sin filtro. “En el disco hay muchos guiños a cosas del año pasado que nos han gustado, de Sufjan Stevens a Valeria Castro”, unos detalles que se cuelan y ponen de manifiesto el carácter abierto de este dúo.

Pero ¿de dónde viene todo este proceso? ¿Por qué sienten esapulsión radical, original, de revisarse desde la aceptación? Salvi habla de una “desconexión con Delaporte” por parte de los dos que se traduce en una travesía de varios meses por Asia y Latinoamérica para redescubrirse -como dúo, como creadores, como personas-, empapándose de la filosofía del aquí y ahora y de la pausa, con la “libertad”, confiesa, “de poder mirar las canciones a través del prisma del tiempo”. En el fondo, siempre pusieron por delante su libre albedrío: siguen rodeados de sus amigos cuando se ponen a trabajar, y han logrado resistirse siempre a las tentaciones de grandes discográficas. “Nunca hemos visto la ventaja de firmar con una. Personalmente, mi mayor éxito es haber conseguido formar un equipo que hoy puedo considerar familia, que se ilusiona igual que nosotros con el proyecto. Si mañana terminara Delaporte continuaríamos siendo amigos. La sensación de trabajar con tus mejores amigos creo que es insuperable. Es muy difícil que un sello iguale ese sentimiento. Ese valor, tanto para Sandra como para mí, hace que podamos estar sanos y, además, no nos va tan mal sin ellos, ¿no?”.

Es la mejor manera de enfocarse en lo que quieren cuando se sienten perdidos, como antes de la grabación de un trabajo que terminó canalizando el espíritu aleatorio y caótico que habitualmente define a estos procesos de transformación, o de reconexión, más bien. “El proceso de grabación, por ejemplo, está muy poco cuidado”, reconoce Salvi. “No hemos pisado un estudio. Hay partes de canciones que están grabadas con el iPhone, otras en diferentes casas, en una cabaña, en el bosque, en el tren…”.

Esa misma espontaneidad es algo que quieren trasladar a sus directos. De hecho reconocen que les han tenido bastante concentrados en los últimos meses, tanto que “casi ni nos acordábamos de que salía el disco, te lo digo de verdad: estamos ensayando muchísimo y justo en el último mes se nos ha juntado demasiado volumen de trabajo entre promo, viajes, cerrar más fechas de la gira… a lo mejor teníamos que haber dejado algo más de espacio, de aire, entre el lanzamiento del disco y los bolos de presentación, para hacer las cosas con más tranquilidad y sin tanta presión, porque apenas hemos dejado un mes. Si es que el disco sale justo esta noche y hasta que he hablado contigo ni me había concienciado, imagínate”, dice entre risas. Pero es así: si el cuerpo te pide marcha, marcha le tienes que dar. Y el trabajo de estas semanas frenéticas a contrarreloj se verá reflejado en un directo que convoque esa idea de desahogo comunitario, “una experiencia inmersiva en la que todos, tanto el público como nosotros, seamos capaces de estar verdaderamente presentes en el aquí y en el ahora, disfrutando y compartiendo la energía que producimos y nos devolvemos entre todos”. Son esos conciertos lo que les mantiene con los pies en el suelo.

Y son esos conciertos lo que pide realmente Aquí y ahora, su quinto álbum de estudio. Y que sirvan un poco como liberación tras una vorágine de trabajo. Para romper zapatillas y pistas de baile. Una fiesta como las que servirán para ponerlo de largo en Madrid (La Riviera, 9 y 17 de febrero), Barcelona (Paral·lel 62, 23 de febrero), Valencia (Sala Repvblicca, 24 de febrero) y Bilbao (Zeid Fest, 13 de abril). Después de estas primeras fechas en España, Delaporte viajará hasta México para volver a embarcarse de nuevo en una pequeña gira por el país latinoamericano y, después, regresar a nuestro país para hacernos volar durante esa carrera de fondo veraniega que son aquí los festivales. Ya hay citas marcadas en el calendario como el Warm Up de Murcia, el Interestellar de Sevilla, el FIB de Benicássim o el Palencia Sonora, pero aún más están por llegar. Les queda pendiente, reconoce Salvi, atreverse con “una pequeña gira europea”. “Es un propósito de futuro, está claro: hacer algo por Inglaterra, Italia, Berlín…”. De momento han llevado su música más lejos de lo que imaginaban cuando empezaron Delaporte y, en su último trabajo, han logrado reconectar con lo que les apasiona de hacer música y compartirla con el mundo. No es poco, y se siente como volver a empezar.

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