En esta adaptación a novela gráfica de una de las obras más famosas de la literatura, Un Mundo Feliz de Aldous Huxley, Fred Fordham insufla vida a la historia captando su surrealismo casi extraterrestre en ilustraciones que no dejarán indiferente a nadie.
La de Fordham es la primera versión gráfica de la obra de Huxley, pero no la primera de su carrera. Este artista, que se caracteriza fundamentalmente por una enorme atención al detalle, una estética muy particular y una frescura sin igual, ya había realizado una adaptación similar con la obra Matar a un Ruiseñor, de Harper Lee.
En líneas generales, Fordham adapta de manera fidedigna una obra que adquiere más relevancia que nunca a partir de sus disquisiciones sobre el totalitarismo y la opresión; su mirada hacia dilemas morales como el de la gestación subrogada y los avances en ingeniería genética; y, sobre todo, el vacío existencial de una sociedad apabullada y anestesiada por el placer hedonista del consumo. Para ello, traslada el relato al medio gráfico a partir de una representación luminosa, que formalmente no esconde sus deudas.
El trazo, de línea fina y colores primarios, beneficia a la estructura narrativa: hay equilibrio entre la rigidez que aporta una planificación simétrica de nueve viñetas por página y la espectacularidad de la splash-page y la doble splash-page. Con esos mimbres y todo lujo de detalles la imaginería de ese futuro posible embriaga al lector.
