Aunque la trayectoria de Alba no esté ligada a la música tradicional, la artista siempre se ha interesado por ella. “Soy curiosa, y España es un país muy rico, con un montón de culturas diferentes”. Por eso la perspectiva de la valenciana termina siendo anticentralista. “Nos están obligando a todos a mudarnos a Madrid o a Barcelona. Las escenas de ahora son de Madrid en su mayoría. Hay nichos en ciudades grandes como Sevilla o Valencia, donde se intenta rescatar ese folclore con grupos como La Plazuela o Califato ¾, pero los jóvenes nos estamos viendo obligados a irnos a las capitales”. Aunque la trayectoria de Alba no parta de un entorno underground, siempre ha tratado de relacionarse dentro del mismo, conociendo nuevas escenas y propuestas más nóveles. “Soy una piba de 25 años a la que le lleva gustando la música toda la vida. Mis primeros pasos fueron lo más pop y lo más mainstream que te puedes echar a la cara, porque no dejaba de ser un programa de televisión, pero mis dinámicas sociales no han cambiado. Escuchar música nueva es algo que valoro mucho porque me es natural hacerlo, interesarme por los proyectos que hace la gente y, sobre todo, acercarme a ellos como oyente”. Diamante / La mare ha supuesto, tanto para Reche como para Guillán, un punto de fuga con el que acercarse a nuevas sonoridades que servirán para aportar nuevos matices a la suya propia, un ejercicio consistente en tomar del folclore ajeno y, a la vez, reivindicar la cultura propia. La hibridación entre ambas tradiciones ha supuesto un proceso enriquecedor para ambos, que ya están pensando en cómo afrontar el resultado final en sus respectivos directos. Se trata, en definitiva, de un trabajo que difumina desde el cariño todos los constructos establecidos dentro de la industria: el mainstream y el under, lo antiguo y lo nuevo, o el folk y la electrónica son conceptos socialmente opuestos, pero perfectamente compatibles a estas alturas de la historia del pop.