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JHAYCO | ENTREVISTA

Por: Diego Rubio

Alejado de los beefs y de muchas exigencias de la industria, el puertorriqueño se deja llevar por sus propias pasiones en LE CLIQUE: VIDA ROCKSTAR (X), su tercer trabajo largo, en el que explora nuevos caminos, da la mano a nuevos artistas, prueba infinidad de géneros y sigue evolucionando. A ratos sensible y luminoso, a ratos oscuro, pero siempre sugerente y divertido: Jhayco, LIVIN’ LA VIDA LOCA.

Jhayco se puso el nickname de “El Superdotado” cuando tenía poco más de 12 añitos. “Empecé a escribir canciones a los 11, a producir a los 14 y a los 16 fue que empecé a venderlas y a entrar más en el sistema”, recuerda. Simplemente le hacía gracia: “Siempre era el más chiquitín en todos los círculos de artistas, músicos… En Puerto Rico esto es más normal de lo que parece, es un país muy rico en talento. Desde chiquititos, fíjate Tainy, que empezó a los 15 años”. Con 15 él ya estaba yendo de soslayo a galas del Latin Grammy: andaba detrás de éxitos de Zion & Lennox, de Tito el Bambino, de Don Omar. “Siempre tuve claro que yo quería hacer lo mío, pero como que no tenía mi voz desarrollada, mi estilo, como que me esperé hasta que tuviera ya todo el flow y la conexión”. El aprendizaje pasaba, además, por Stereo 4, una boy band que seguía un poco la estela de Menudo, donde arrancaron sus carreras Ricky Martin o Draco Rosa. “Mientras estaba en Stereo 4 aprendí a cantar, a entonar…”. Pero a partir de 2018 todo empezó a revolucionarse. Su participación en la sombra del Vibras de J. Balvin, para el que escribió canciones increíbles como No es justo – “En realidad estaba parcialmente escrita y yo ayudé a componerla. Fue Sky el que me guio y entre los dos la terminamos» – le situó al abrigo de la primera línea del urbano que iba a acometer la normalización. Y el remix de No me conoce, junto al colombiano y a un Bad Bunny que empezaba a reclamar el trono mundial, le lanzó a la fama internacional un año después. “Fue muy loco porque en algún momento no me terminaba de creer que eso me estuviese pasando a mí: era algo con lo que siempre había soñado. Nunca he tenido inseguridad, siempre he estado convencido de que funcionaría, pero son cosas que suceden como mágicamente, y luego uno tiene suerte o no”.

Lo que vino después fue un periodo de consolidación y de inventos que demostraban que Jhayco siempre disfrutó más estando detrás de las maquinarias. “Yo me siento más productor que artista: hasta la voz la veo como una producción, como si fuera un instrumento más en la mezcla”, reconoce seguro. “Con cualquier persona con la que haga una colaboración creo que se siente más dinámica, por ejemplo, porque yo busco los espacios que él deja, trato de adaptarme, de caer en la pista con la voz… al final lo veo más como productor. Todo el mundo tiene una visión, un cantante puede verse como artista, un rapero como MC. Yo me veo como un productor. No hay muchos artistas en el mercado latino que compartan esta visión, lo veo más cerca de artistas como Kanye West o Travis Scott, que siempre consiguen que su voz mezcle con la pista muy duro”. Todas esas ventajas se tradujeron en Dákiti: “Dákiti la empecé a producir yo con un sonido que tenía Tainy, y la saqué con Mora. Después El Conejo lo escuchó y como que le gustó mucho para su álbum. Y así lo hicimos”. Combada hacia un sonido más club, supuso en cierta medida una revolución más dentro del reguetón, y aún hoy sigue siendo imitada. Pero a Jhayco no le importan las imitaciones, ni le molesta marcar tendencias: “Para nada. Ese es mi aporte, y nada más. Otros artistas aportaron antes para yo poder llegar a hacer eso: Arcángel con Pa’ que la pases bien, Wisin & Yandel con Sexy movimiento o ¿Por qué me tratas así?. Todos esos temas me ayudaron a poder llegar a eso, o sea que ese también es mi aporte, por eso es que yo me siento bien. Recuerdo cuando Tainy, por ejemplo, que hacía una cosa que eso no se hacía…”. El tiempo le ha ayudado a desprenderse del ego; también el hecho de considerarse productor.

“Yo siempre he sido muy fanático del deep house. De la electrónica como tal no tanto, pero el deep house me fascina. Si te das cuenta es como que no explota así full, es más progresivo, más chill… Sí que se habían hecho cosas electrónicas en el reguetón, pero siempre así, como que más explosivo… esto para mí era más new wave”. Es consciente del impacto de Dákiti, claro, pero lo entiende como una suma de sus propias influencias: aunque es puertorriqueño, pasó parte de su infancia en Nueva Jersey, aprendió inglés y se familiarizó con sonidos más anglo. “En Puerto Rico es más difícil encontrar ese tipo de música. Hay su público, pero no es nada mayoritario. A mí, en cualquier caso, siempre me ha gustado escuchar música. Escucho demasiada, y puedo estar escuchando jazz como puedo estar escuchando a Post Malone, blues, pop-rock… Qué se yo, me pongo salseros, rockeros, después me pongo a Arctic Monkeys. Paso de The Weeknd a Adele y también me pongo scores de películas, rollo Hans Zimmer. Como que superdinámico. Todos los días desde que me levanto estoy poniéndome música. Para mí es el background de cómo yo me quiero sentir. Voy por ahí con headphones escuchando música a todas partes, en el coche, tengo bocinas por toda la casa y por todo el cuarto. Cuando me levanto, en la cocina, de noche… O sea, si no estoy viendo películas estoy escuchando música. Últimamente he escuchado mucho Move, de Keinemusik, y el último disco de Fred Again.., Ten Days, me ha encantado. También el de Post Malone… Me encantaría colaborar con Fred Again.., la verdad, pero como que su vibe es muy diferente de la de los latinos”.

 

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VIDA ROCKSTAR

“Tú no dices: voy a ser un rockstar. Es algo de lo que te das como cuenta: o lo eres o no lo eres, y ya. Eso no puedes fakearlo”. Vida rockstar es llenar el estadio de San José en Puerto Rico, sacar las motos de agua en Coachella, cantar Dákiti en los Grammy americanos: “No habían cantado latinos allí por diez años, solamente Ricky Martin con Livin’ la vida loca… Para mí eso fue increíble. Demasiados lugares. Lugares que gracias a Dios nunca me imaginé”. Y hay que ser muy rockstar para sacar un álbum con 29 canciones que roza las dos horas. “Este álbum es para los que quieren ser fanáticos míos nuevos, y para los que ya son fanáticos de verdad”, dice. “No es un disco para el que quiera escuchar catorce canciones, escoger las más comerciales y ya. Además, hice todo lo que me salió del culo: me fui con las transiciones, metí treinta canciones… Llevaba tres años sin soltar un álbum y tenía la necesidad. Y si no te gusta, quédate con la que te quedes. No estoy haciendo esto para estar arriba en el Billboard”. Lo está haciendo para divertirse con Broncano en La Revuelta, para probarse como productor, para no quedarse estancado. “Tenía muchas canciones hechas y no quería caer en esto de hacer un disco y luego hacer otro con las que no entraron a la primera. Suelta to’ eso que después lo que se viene es nuevo”.

Pero el rockstar que encarna Jhayco en su tercer trabajo largo no es un rockstar normal: “Quería evitar este tópico del rockstar todo de negro con cadenas de puyas, que es lo mismo que le pasa al murciélago, que es como un cliché de oscuridad. Se puede ser un tipo diferente de rockstar. Mi murciélago es rosa porque es un murciélago de luz, no es de oscuridad”. En la misma línea, Jhayco ha renunciado al combate en Le Clique: “Soy amante del deporte: nací con las tiraeras de Arcángel, con las de Don, con las de Héctor, so para mí estaba bastante inculcado. Pero cuando tuve la oportunidad de vivirlo en primera persona… Al final pienso que es mejor gastar energía escribiendo canciones juntos. Toda esa energía que se pierde faltándose al respeto, enfadándose, insultándose… como que en realidad no vale la pena. Cuando tú maduras te das cuenta de que estás peleando por cosas estúpidas. Por ego, por posición, por quién es más duro… Además es que nos hemos visto desde siempre. A Myke, a Rauw… desde chamacos, con camisa, flaquitos, que ninguno pensábamos que íbamos a llegar… Al final del día no nacemos sabiendo, y habrá gente a la que le vaya bien así, pero para mí fue una pérdida de tiempo. Creo que a veces se hace más por los fanáticos, que les gusta eso, pero para el que lo está viviendo… tener que estar con esa mala vibra, levantándote y tener que estar pendiente de que el otro no te tire, irte al estudio para contestar, tirar pa’trás… Mucho trabajo. Obviamente cada uno tiene su temperamento, y venimos de una isla bien picante. Pero yo he aprendido a tener paciencia”.

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