DILLOM | ENTREVISTA
Por: Anna Pérez
Dillom (Buenos Aires, 2000) deslumbra y perturba en uno de los álbumes de habla hispana más aclamados este año. Con la experiencia de quien lleva codeándose con la música desde los quince años, primero como productor y después como rapero, el argentino crea una ficción para confirmar que su arte traspasa lo musical, con un savoir fare cinematográfico y una sensibilidad propia del director de un macabro thriller. Todo ello es ‘Por Cesárea’ (Bohemian Groove, 2024).
De nombre real Dylan León Masa, acaba de estrenar su segundo álbum de estudio, ‘Por cesárea‘, un proyecto crudo, explícito y sobre todo, terrorífico. Tal vez es triste romper ya en estas primeras lineas de entrevista el embrujo que rodea al artista, o tal vez es el dato que de alguna manera necesitabas leer. No, Dillom de cerca no asusta, ni parece un loco, ni un perturbado. De hecho es un tío muy agradable con el que da gusto sentarse a hablar sobre su proyecto, porque rápidamente se percibe que lo suyo no es impostación de ambiciones rockstar. El argentino, nacido en el barrio de Balvanera en Buenos Aires en diciembre del año 2000, es el director de arte, el guionista e incluso si me apuras el auxiliar de producción en la que es su propia gran película de terror.
“Yo, cuando tuve la idea, empecé a escribir el guion de esta historia de una manera muy rústica y sin saber nada sobre guiones. En mi primera versión, recuerdo que quería contar doce partes de la historia, similar a la estructura narrativa del camino del héroe, pero quería que el héroe se convirtiera en villano a lo largo de ese proceso, de ese viaje. Con mis limitados recursos de narración escribí la historia, detallando qué quería que ocurriera en cada momento y en cada canción”. El álbum pone así el storytelling como piedra angular de un proyecto que se articula siempre al servicio del concepto. “Quizás antes, en mis anteriores proyectos, mostraba algunas ideas, alguna narrativa muy leve, pero nunca había creado contando una historia de principio a fin, teniendo clarísimo desde el primer momento lo que iba a contar en cada canción, cómo iban a desarrollarse. Era un desafío, porque no solamente suponía contar una historia, sino que esta historia tenía que ser musicalmente atractiva e interesante, y eso era limitante y frustrante”. La música suele ir de imágenes, de conceptos abstractos que adquieren sentido en la cabeza del oyente, como la poesía. Constreñirse a un discurso deliberadamernte narrativo en su totalidad puede ser, más que un reto, una locura. Pero así es Dillom, y así ha vivido en parte su vida y su trayectoria como miembro de los colectivos Rip Gang y Talented Broke Boys, siempre siguiendo los pasos creativos de la Drain Gang y de Year0001 o de la Gothboiclique.
La historia de ‘Por cesárea‘ explora la psique de un hombre perturbado por una vida de adiccio- nes, depresión y violencia explícita; la historia de alguien que vivió sintiendo que no debería haber nacido. En esta película sonora Dillom interpreta al personaje en primera persona y le da voz a sus deseos más retorcidos, pero también a sus traumas más profundos. Por eso, es interesante esta desvinculación entre el artista y el arte más propia de otro tipo de narrativa. “La música tiene un componente muy personal que suele ser la norma: uno canta lo que vive, en el rap hay un estigma muy grande con eso. Pero me parece limitante hablar siempre desde el punto de vista de uno mismo. Siempre me gustó interpretar personajes, crear universos, algo que se me ha criticado mucho… Yo siempre he pensado no sé, si Will Smith en una película hace de pobre nadie le va a recriminar que es millonario, pero creo que la música no está concebida desde la base de la ficción”. A pesar de la ficción, sí que es cierto que a lo largo de los años en la obra de Dillom se vislumbra una relación especial con la muerte. “Hubo un tiempo en el que estaba aterrado con la muerte, más que nada en la pandemia. Cuando me empezó a ir bien me desesperé con eso y estaba todo el día traumado. Por eso en ‘Post mortem‘ (2021) pensé en hacer un disco póstumo pero en vida, para dejar algo por si me muero. Se me pasó la obsesión, por suerte, pero es una temática que sigue rondando en mi cabeza también viendo documentales de asesinos o con el cine de terror, que me gusta mucho”. Esas influencias las podemos presenciar en la canción Muñecas, la que sin duda es el clímax del álbum, el momento en que la vida de nuestro protagonista cae en el pozo de la locura tras asesinar a una mujer. Como oyente es difícil de digerir, pero tras escuchar el álbum al completo puede aparecer una empatía, un querer entender el por qué. “Hay un punto que creo que es muy tabú: no puedes empatizar con una persona que está loca, que hizo algo horroroso. Yo creo que sí se puede, porque quizá no todos tenemos las mismas herramientas para lidiar con situaciones de abuso, traumáticas… No hay que justificar que está bien un asesinato, pero puedo llegar a entender por qué esta persona explotó”.
Dillom cuestiona nuestra moral, pero también la manera en la que solemos entender el proceso creativo de los músicos. En estos años el cantante ha ido perfeccionando su capacidad para que los géneros musicales que le sirven como herramientas queden supeditados a la historia que quiere contar. En este álbum he sido especialmente minucioso con eso. «Yo tenía el guion de la historia, sabía lo que quería que pasara pero no sabía cuál iba a ser el sonido. No es que yo desde un inicio pensara: ‘En esta parte jazz, en esta parte rock’, no. Yo agarré y dije: ‘Quiero hacer un disco muy ecléctico en el que convivan distintos géneros’, como para demostrar versatilidad… Lo hice porque cada momento de la historia se tiene que contar de alguna forma y hay distintas herramientas para hacerlo”. Exigencias del guion. Para ello se rodeó de talentos diversos más allá de sus productores de siempre. Con un PowerPoint les explicó la historia y fluyeron. Así surgieron colaboraciones como Andrés Calamaro o Lali. Además, por primera vez también estuvo muy presente en el proceso de mezcla junto a Santiago de Simone. “Tenía claro que el mix era clave para generar el aura y las capas del disco. La espacialidad, el volumen de un instrumento por encima de otro, una guitarra sonando desde un lado, un sonido atmosférico… Fueron dos semanas de un proceso muy minucioso”.
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Así, el resultado final aúna pop, punk rock, indie y rap con solvencia y sentido bajo una mez- cla y una atmósfera que hace sentir al oyente for- mando parte de un todo. “Ahora estoy haciendo lo que siempre quise hacer en lo musical, no más me tocaba aprender todos estos años para llegar donde estoy. Ahora veo para atrás algunas cosas y obviamente las hubiera hecho distintas… pero no sé, ya no escucho el disco anterior, no puedo escucharlo, ni siquiera reconozco mi voz. Es loco, no suelo renegar de eso, pero tampoco quiero oírlo. Y si escucho mis primeras temas me mato. Evidentemente al inicio cuando hacia trap me gustaba lo que hacía… También es verdad que es un género mucho más simple y barato de hacer cuando empiezas: no puedes pretender hacer una música que exige una complejidad y una producción sin equipo ni conocimientos, ni plata. Para mí todos estos años fueron de aprendizaje, y ahora al tener una plataforma con más recursos puedo permitirme hacer cosas más locas”.
Es esta versatilidad junto con la habilidad de crear mundos coherentes y conceptuales lo que hechiza cada vez a más adeptos. “Con el anterior disco en la primera fila veía personas mayores y pensaba ‘deben ser los papás’. Ahora es impresionante la cantidad de gente de cuarenta o cincuenta años a los que le gustó el disco. Se nota la expansión del público con este disco, es- pecialmente otro más maduro, más serio. Venir acá, a España, fue también increíble. Hacía el paralelismo con Argentina que estaba llenando el Luna Park con 8.400 espectadores y acá toqué en Bilbao para 200. Para mí es algo bueno, puedo ver reflejado ese trabajo escalón a escalón y ver los resultados”. Al día siguiente de esta entrevista, Dillom hizo sold out en La Paqui de Madrid. Peldaño a peldaño, el final de la escalera.