BAIUCA | ENTREVISTA
Por: Miguel Pardo
Desde el 27 de septiembre se puede disfrutar del nuevo trabajo de Baiuca. ‘Barullo’, un álbum que abraza con fuerza y de manera novedosa la electrónica de baile más internacional, pero que no renuncia a los vocales y las melodías de tradición y resonancias gallegas. Alejandro Guillán nos habla del disco, del proceso de cambio hacia un nuevo sonido y de su creciente éxito internacional.
La primera vez que quien escribe estas líneas escuchó algo de Baiuca fue seguramente con el lanzamiento de su debut, Solpor, de aquel fabuloso año 2018 en el que, definitivamente, la tradición se convirtió en modernidad y vanguardia. Aquel disco, en el que se mezclaban sonidos oriundos del folklore gallego con beats y música electrónica, apostaba sin embargo en su particular, chamánica mezcla por esa parte más telúrica, conectada con lo antepasado, de los primeros. Y sobre Embruxo, su segundo trabajo, lanzado en 2021, el productor gallego dice lo mismo: “Era un proyecto en el que la música gallega primaba por encima de la electrónica… Ahora quería darle la vuelta”. Se refiere a Barullo, su tercer álbum, que llega anuestros oídos en la recta final del verano después de una gira sin precedentes dentro y fuera de nuestras fronteras, que describe como “una foliada electrónica”. Una rave vaya, pero con canteiras, pandeireteiras y gaiteiras en lugar de samples de UK Garage, inspirada en las fiestas callejeras detradición gallega y en el bullicio, el barullo, el jaleo de una noche de celebración. Alejandro Guillán Castaño regresa para pasar sus ruadas ya reconocidas interna- cionalmente por el carburador del break- beat, obteniendo un disco mucho menos conceptual que su predecesor, y también mucho más directo, más pulsante y progresivo, pero quizá igual de ritual. “Me apetecía tener esa libertad (…) Aunque siempre hay algo que une todo, y yo creo que es esa idea del baile, de pensar en una rave gallega y esa mezcla entre lo que podría ser una fiesta de hace cien años y lo que podría ser ahora”.
No somos tan diferentes. Es esa danza concebida por alguien que escucha, produce, vive y respira música de club, pero además folclore galaico, una de las grandes cosas que marca este Barullo. Pero, además, el tercer trabajo del músico nacido en Catoira en 1990 responde a una necesidad que quizá llevaba posponiendo demasiado tiempo, y a la que daba rienda suelta entre gira y gira o en momen- tos de soledad y tranquilidad. “Al final Barullo se compone a base de juntar una serie de temas que yo había estado haciendo por pura diversión a lo largo de los últimos años y las últimas giras, y que compartían esa tónica como más pistera. Tenía claro que quería hacer algo con bpms más acelerados, no depender tanto de las percusiones tradicionales, que era algo que en cierta época me atrapó muchísimo y que me esta- ba empezando a resultar limitante”, afirma. La libertad creativa y la posibilidad de hacer las cosas de una forma más desprejuiciada resuenan como motores fundamentales en la creación de este nuevo álbum, pero también un impulso por refrescarse acomodándose un poco en ciertas zonas de confort que muchas veces se quedaban en su esfera privada. “Yo creo que es uno de los momentos que menos música estoyescuchando de mi vida”, confiesa. “Mi relación con la electrónica es la de un chaval de hoy en día (…) que desde su casa puede escuchar un montón de música, y en ciertos momentos eso puede llegar a saturarte”.
Así, sus influencias internacionales, aunque ya presentes en otros trabajos, se perciben con mayor fidelidad en Barullo, y se relacionan con la ambición de hacer una música menos localizada, y menos localizable también. “Siempre tuve claro que Baiuca era un proyecto para salir fuera. Mi idea siempre fue pensar que si hacía algo para el mundo podía funcionar también en Galicia, y no al revés”, reconoce el lerense, que además no vio cómo su proyecto comenzó a lograr reconocimiento en su tierra hasta después de mudarse a la capital: de Madrid a Galicia y de Galicia al mundo. Mientras los localismos se abrían paso en un mercado global desesperado por en- contrar briznas diferenciales -y por construir, de paso, un discurso “globalizado”, una especie de nuevo canon para la world music, término algo anquilosado-, a Baiuca se le empezó a relacionar con la élite de la folktrónica, primero con Nicola Cruz, El Búho, Nicolas Jaar e incluso CocoRosie. Poco a poco el círculo se abrió hasta referencias organicistas como DJ Koze o Four Tet – “Una influencia evidente desde el principio”, reconoce Alejandro. “Creo que siempre ha estado ahí para mí”-. Y ahora el interés pasa por una electrónica más emocional, expan- siva e incluso psicodélica que se mira en el espejo de Jon Hopkins, de Floating Points, de Jamie xx, de Fred again.., de Caribou o de Barry Can’t Swim, que ha sampleado Mangueiro en su Sunsleeper llevando al gallego en espíritu hasta algunos de los escenarios más relevantes del mundo, incluidos Glastonbury, Coachella y Primavera Sound, a comerciales de Apple y a eventos de Fortnite. “Al final era la idea, hacer un disco de electrónica que nunca había hecho y que siempre había querido hacer”.
Todos los productores arriba mencionados comparten, en mayor o menor medida, ese interés por acoplar sus elementos propios de la música electrónica más vanguardista dentro de estructuras tradicionales de canción pop, algo que siempre ha interesado a Guillán Castaño, desde los tiempos de Alex Casanova, un proyecto genuinamente pop que mantuvo activo hasta 2017. “No puedo escapar de eso. Está en mí, esa idea de pop o de canción siempre está presente en mi música y en mi cabeza. Me gusta mucho que las voces tengan protagonismo”. Y continúa, satisfecho: “Sí que creo que es el disco con mejores canciones que he hecho en cuanto a esa idea de voces, de melodías”. De hecho, y aunque la mayor parte del proceso de concepción y creación de Barullo partan de un contexto en general íntimo y solitario, como reconoce el propio Alejandro, que también asegura que es el disco en el que más ha trabajado mano a mano con su ordenador, por su tracklist aparecen más colaboradores que nunca en la carrera de Baiuca. “Al final mi trabajo suele ser muy solitario, pero si no soy cantante tengo que colaborar con otras personas. Toda la tradición gallega y la gente que hay ahora mismo haciendo cosas increíbles en Galicia… Es un mundo inmenso en el que puedes desarrollar ideas nuevas o darle una vuelta a canciones que nadie ha cantado en veinte o cuarenta años”.
View this post on Instagram
A sus directos, cada vez más ambiciosos y multitudinarios -con visuales de Adrián Canoura, el grupo de pandeireteiras Lilaina que forman las hermanas Montero o el percusionista folclórico Xosé Luis Romero-, se ha sumado la voz de la joven Antía Muíño, y por todo Barullo desfilan el cantautor Xurxo Fernández, Felisa Salgade de Leilía, Antía Ameixeiras de Caamaño & Ameixeiras o Lilaina, parte femenina de unos Aliboria que ya son fijos en la formación del gallego. También Carlangas, ex Novedades Carminha, demostrando lo amplio del espectro. Y además ha contado con el productor Sergio Pérez (SVPER) para la mezcla y con la coproducción del también ex Novedades Anxo Rodríguez (Sen Senra, Guillem Gisbert, María Blaya) y de Lucas de Centi, líder de Néboa, en algunos temas. Ese orgullo por la tradición y por quienes le rodean permea el discurso de Baiuca de principio a fin, lo inunda todo. “Tengo la suerte de trabajar con gente increíble”, confiesa, totalmente rendido. “Suerte detrabajar con lo que para mí son absolutas eminencias. Al final lo que hago es buscar artistas que puedan complementar mi trabajo, y si además sirve para dar visibilidad a una escena local siempre va a ser más enriquecedor”.
Tres años después de Embruxo, que a su vez llegaba tres años después de Solpor -“Un proceso que creo que es ya natural mío”, dice-, Barullo marca, de momento, el salto adelante más evidente en la trayectoria de Baiuca. El Guillán de 2024 parece un productor en la cúspide de su éxito, con las ideas clarísimas sobre su proyecto, sus objetivos y sus necesidades, que actúa de la manera menos constreñida y delimitada posible y que está dispuesto a abrirse aún más camino en el circuito de música electrónica en directo de todo el mundo. Él, sin embargo, se lo toma con calma y con humildad, y nunca le ha preocupado demasiado la atención casi inmediata que recibió Baiuca desde el primer momento, llenando Rivieras y formando parte de las primeras líneas de los festivales más renombrados del popular circuito de nuestro país. “Todos estos años han sido muy guays, y vivir ese crecimiento suave pero constante es bastante increíble, pero sí que he notado la evolución sobre todo en esta última gira por Europa -que le ha llevado a lugares como Portugal, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido o Hungría-. No es lo mismo irte a tocar un bolo en Ecuador para doscientas personas que de repente estar tocando en Alemania para cuatro mil”. Es evidente que el lenguaje de la música elec- trónica, por muchos dialectos, es absolutamente universal, como lo es el del pop.
Más allá: la música de baile. Las músicas de baile de todo el mundo bailan al mismo ritmo ancestral. Y cuando más fundidas están esas líneas entre lo nacional y lo internacional, lo local y lo global, lo propio y lo ajeno, es entonces cuando el caldo de cultivo de la música electrónica y de vanguardia funciona como hilo conductor para exportar sonidos que de otro modo quedarían olvidados, o renegados a sus lugares, comunidades de procedencia. El hilo de un tejido global. Con todo el barullo que monta esa amalgama ha construido Baiuca su nuevo trabajo, demostrando que por mucho que se quiera despegar de sus raíces, las raíces nunca te abandonan.