Seleccionar página

PEGGY GOU | ENTREVISTA

Por: Miguel Pardo

Después de una década en el juego, Peggy Gou ha conseguido extender la gou-mania a cada uno de los grandes templos de la música electrónica, y ahora, por fin, lanza su disco debut, ‘I hear you’. creadora de su propio sello, su propia marca de ropa… La productora y DJ surcoreana es, más que la reina de la música de baile, la ceo de la pista. Analizamos someramente su recorrido, algunas de sus influencias… y cómo no, un primer lp en el que da un giro hacia la música de los 90.

Kim Min-Ji, que nació en la ciudad de Incheon, una de las seis grandes metrópolis que forman Corea del Sur, cumplirá este mes de julio 33 años. Y aunque quizá pienses que lo suyo es cosa de tres veranos, realmente Peggy Gou lleva unos diez años produciendo música electrónica. Su primer EP, The Art of War Part 1, vio la luz en un sello potentísimo como es Rekids -de Radio Slave-, un fijo de las noches houseras del club berlinés Panorama, que también lanzó el debut de Nina Kraviz. Desde entonces ha pasado por otras plataformas extraordinarias como Ninja Tune e incluso ha tenido tiempo y ganas de montar su propio sello, Gudu Records. Hasta llegar al sello británico XL Recordings, el espacio para artistas más convencionales o exitosos como Adele, Radiohead o The White Stripes, pero igualmente pionero del jungle y el sonido rave en UK y hogar de tróspidos como Arca, Burial, Blawan o Nourished by Time: presente vs tradición. Todos esos saltos temporales y en cierto modo estilísticos se han convertido, con el tiempo, en seña de identidad sobre una marca, Peggy Gou, evidentemente enfocada al house. Y aunque de ahí parta todo, Min-Ji -que prefiere no categorizar su música-, ha ido sutilmente ejecutando un viraje hacia un pop pistero sin dejar de referenciar otros estilos más underground como el electro, el downtempo y el breakbeat. Su último pelotazo, un (It Goes Like) Nanana que alcanzó el No1 el verano pasado en listas internacionales y que literalmente arrasó en el circuito de clubes y festivales, es un track que retrotrae de una manera fresca, emotiva e increíblemente pegadiza a la música de baile más popular de los noventa. “Me encantan los DJs de Detroit como Maurice Fulton. Por un momento parece que va a pinchar techno y sorprendentemente todo eso se traduce en sonido disco”, explicaba hace unos años a The Guardian.

Pero esta capacidad para crear hits encapsulados fuera del tiempo no es nueva para Peggy Gou. En 2016 la artista surcoreana ya lanzó unEP, Seek for Maktoop, en el que nos encontrábamos con Maktoop, un tema hipnótico con un bajo deliciosamente contenido que se construía con elementos del acid y del trance, como esa línea de 303. Sería dos años después, en el sello matriz de Technicolour, donde lanzaría el trabajo que definitivamente puso su nombre en las mejores cabinas del panorama internacional: sin que exista una necesaria correlación entre el ámbito de la producción y el de selectora, Once (Ninja Tune, 2018) terminó de definir la “Gouaesthetic” y el prominente futuro que tendría la artista más allá de su función como pinchadiscos. En él, tanto los diseños como las percusiones exquisitas están definitivamente on point, pero lo más interesante de todo es que Gou se atrevía por primera vez a cantar en sus pistas, amenazando ahora sí los dominios del pop. La sutileza y la finura de It Makes You Forget (Itgehane), que viralizó por vez primera a la artista surcoreana, tiene una producción que, a pesar de incluir una Roland, presenta un sonido y un enfoque hasta ahora inédito para ella. Ese house elegante, repleto de matices, con letras orient-oriented y con un aire nocturnal y cierta- mente embriagadador y psicodélico marcaría sus subsiguientes sencillos y colaboraciones en Gudu. Su proyecto de discográfica, más que una excentricidad o un espacio de autobombo para su creadora, ha servido para acoger lanzamientos de productores de reputación intachable como el incombustible DMX Krewrey del electro y el acido de artistas agresivos y divertidísimos como Special Request, pero sobre todo para armar la primera piedra de un entramado e pansivo que ha ido abriéndose también hacia la moda y el diseño.

El Gouniverso se sigue amplificando en su nuevo trabajo, I Hear You , incluyendo las colaboraciones más ambiciosas de su carrera. En el que además es su primer LP después de ocho años de currículum discográfico Peggy Gou se codea con Lenny Kravitz, por ejemplo, del que ella misma declaraba en una reciente entrevista para L’Officiel que “es un perfeccionista, exactamente como yo”. La afirmación no anda demasiado desencaminada: grabada en diversos estudios, siempre desde un enfoque nómada, pero con la concisión propia de quien nació para crear y trabajar en torno a hits, I Believe in Love Again -en general como todo I Hear You– representa esa adaptabilidad camaleónica que comparten ambos artistas. La DE misma que la productora utiliza para adaptarse al estilo de Villano Antillano, en un tono más groovy y hip hop, pero sosteniendo esas elegantes luces de su sonido. Aún así y a pesar de esa ductilidad con otros creadores, por lo que destaca el debut largo de la surcoreana es por la flexibilidad que tiene su autora con estilos del pasado. El break- beat ácido y pesado de Purple Horizon, sin ir más lejos, difícilmente podríamos haberlo asociado a Peggy Gou en una escucha a ciegas: su ambiente clásico, algo sucio y el vamp central podrían recordarnos a unos Ultramarine pasados de rosca.

En última instancia, escuchar su música y asistir a sus diversas y kinéticas sesiones es una experiencia carente de fronteras. Peggy Gou se mudó a Londres a los 14 años para estudiar en London College of Fashion mientras acudía por las noches a bailar en Plastic People y Corsica Studios. Desde ahí comenzó su relación con la cultura de baile, la escena o el sonido británicos, el coleccionismo de vinilos y también con la cultura occidental. En la entrevista en L’Officiel hablaba por ejemplo de su conexión con el mundo pictórico de Salvador Dalí: “Siempre me ha encantado Dalí. Vivía en un futuro que sólo él podía ver y era la esencia misma de lo que consideramos anormal. Eso me parece muy atractivo. El título de una de sus piezas es Teléfono Langosta y tan pronto como la vi pensé que podría ser un título increíble para una canción. En la canción, que aparece en este disco, canto en coreano, pero ni siquiera los coreanos entienden bien un mensaje que dice: ‘Sé que no me entiendes, pero todo sigue igual’. Creo que encaja bien con el espíritu surrealista de Dalí”.

Bajo un prisma ya abierto, multicultural y descentrado que permea en todo su proyecto artístico -giras, bolos y promo por todo el mundo-, no extraña que su pasión por la música de club la condujera a Berlín tras abandonar sus estudios en Londres, su sede hasta hoy. “Mi vida en Berlín en esos años consistía en trabajar en una tienda de discos, hacer música en mi casa e irme al Berghain los domingos,” Admite, de hecho, que lo que más disfruta es el calor de los dj sets, la inmediatez asociada a compartir y disfrutar música conjuntamente, los baños de masas, la energía de la pista… Son esa frescura y esa pasión por la cabina las que ya la han convertido para algunos medios en la mujer con más visibilidad y reconocimiento del mundo del DJing. Su nombre ya está a la altura del de otras grandes divas del club de la última década como Honey Dijon, Nina Kravitz, Amelie Lens o Charlotte de Witte. Los festivales y las cabinas de Ibiza lo confirman: Peggy Gou es una selectora extraordinariamente deseada y es además una artista capaz de diversificar su atención y mantener afecto y deferencia por algunos de los nombres que dieron forma a la música que ahora pone y produce. El revival de cierta música de club -y entonces carente de catalogación- que más tarde pasó a considerarse tech-house se siente particularmente presente. “Ojalá un movimiento similar hubiera existido en Corea. Empecé a investigar sobre el fe- nómeno raver e imaginarme a mí misma como una raver en la Corea de los años noventa. Durante la pandemia descubrí que la música de los noventa me ayuda- ba y animaba a mantenerme creativa, concentrada, esperanzada. Esas letras y la repetición de estructuras musicales realmente me ayudaron a superar esos momentos difíciles”.

Es esa especie de atención por the whole picture lo que convierte el proyecto de Gou en algo tan especial. Preocupada por los sonidos actuales, formada en los originales, trascendiendo las fronteras musicales hacia la estética y la moda, la obra de arte total de Kim Min- Ji nos habla de una artista ambiciosa y, ante todo y como ella misma defiende, “eficiente”. La eficiencia es la base de un proyecto que hace tiempo que no es solo una propuesta musical, sino una nueva forma, más trendy si se quiere, de hacer que la gente conecte con la cultura de baile.

2024, por tanto, está siendo el año de Peggy Gou. Mientras que el curso pasado su estrella pa- reció ascender hasta un lugar inédito, ha sido este el que ha visto aparecer su primer larga duración y consumarse holísticamente su proyecto. Su tour, que viene de Coachella y Primavera Sound y ahora se encamina a  Lowlands, DGTLKalorama o los grandes cierres en Ibiza, es una prueba más de la esfera y el sistema solar por los que su figura se mueve. Sea como icono o como médium entre la música -más o menos underground- y los clubbers, la estampa de la creadora surcoreana es ahora mismo la aduana por la que todo aficio- nado a la música de baile debe pasar.

NUEBO RADIO

NUEBO EVENTOS

Share This