PABLO MAS | ENTREVISTA
Por: Bernie Lavallén
¿Extravagancia? ¿Innovación? ¿Surrealismo? Todas son parte de ese algo especial que tienen los trabajos de este joven que ha irrumpido con fuerza en el escenario fotográfico pospandémico. en menos de cuatro años ya ha realizado una treintena de proyectos, a cada cuál más retador, con importantes colaboraciones como su último trabajo para Balenciaga formando parte de un equipo creativo que ha colado a Shrek en sus instantáneas. Hablamos con Pablo Mas.
¿Cuándo despertó tu pasión por la fotografía? ¿Crees que es algo innato o lo has ido construyendo hasta poder dedicarte a ello?
Creo que es algo innato. La fuerza de la fotografía o la expresión a través de lo visual están dentro de mí. Tengo recuerdos de pequeño, de meterme en problemas con mi padre por registrar sus cajones para encontrar cámaras, o de hacerles fotoretratos a mis primos siempre que nos juntábamos, ya con 8 o 9 años. Siempre he tenido ese motor dentro de mí. Luego también está en tus manos exprimir ese talento, formarlo y educarte. Es innato, pero también me he formado como profesional.
Dedicarse profesionalmente a un talento innato y que te gusta practicar debe ser reconfortante. Se nota que disfrutas con la fotografía, pero ¿tienes otros hobbies? ¿Con qué desconectas?
En este punto de mi vida aprecio mucho la tranquilidad, cualquier momento en el que pueda estar a solas y disfrutar de mi independencia, eso me reconforta. También pasar tiempo con mis amigos, la naturaleza, la música, me encanta escribir poesía… Sobre todo escribir.
Triunfar en el mundo de la fotografía es difícil, como en muchas ramas artísticas. ¿Algún consejo para los que quieran seguir tu camino?
Realmente he hecho un análisis introspectivo al que me ha costado llegar. Creo que debes tener claro quién eres, en qué etapa de tu vida te encuentras y qué quieres expresar a través de tu trabajo. Es importante trabajar desde la calma y no desde el ansia, desde la presión externa. No producir solo porque el resto del mundo se está moviendo y tú no. Como creativos debemos tener puntos de inflexión, ver hacia dónde queremos ir y crear desde el interior con el propósito de sentirte remunerado personalmente. A veces puedes tener prisa por monetizar tu trabajo, ganarte un nombre, crear una marca… y vas pegando tiros al aire. Por eso creo que hay que tener temple a la hora de crear y estar seguro de lo que quieres transmitir. Y, por último, invertir en tiempo, amor y dinero. Los proyectos en los que he tenido una mayor remuneración han sido aquellos a los que he dedicado mayor tiempo.
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Sin embargo, solo con tiempo muchas veces no alcanza. Destacar y triunfar está solo al alcance de unos pocos. Como fotógrafo, ¿qué tiene Pablo Mas que no tienen los demás? ¿Cuál crees que es tu valor diferencial, tu seña de identidad?
Depende de lo que cada uno interprete por triunfar. Hay gente que es más conformista y otras personas que tienen aspiraciones más idealizadas. Pero, sin duda, creo que debes consolidar una estética, un sello y que la gente identifique tu foto. Ya sea a través de la luz, edición, movimiento, concepto o temáticas que marcan tu imaginario. Por mi parte, por ejemplo, me gusta mucho la moda y trabajar con el talento y la cultura, con los artistas, exprimir la esencia de cada persona. Busco tener una estética consolidada en este campo. Y siempre he tenido fijación por lo mundano. Soy una persona bastante terrenal: me gusta fijarme en la gente de a pie de calle, del día a día, transportarlos a mi mundo y elevarlos a mi manera a través de la fotografía.
¿Entonces tener un estilo propio es clave o prefieres no encasillarte?
Creo que tener un estilo propio es clave. Es bueno tener espacio para ser versátil también. Pero me parece muy beneficioso tener tu estilo, sin duda, y que la gente te conozca e identifique a través de tu trabajo.
Y para conseguir esa identidad, tu trayectoria, personalidad y vivencias juegan un papel fundamental.
Así es. Me apetecía explorar mundo y por eso dejé mi pueblo. Salí de casa a los 18 años y estuve cuatro años en Londres formándome en Comunicación, donde disfrutaba sobre todo con maquetación, diseño gráfico, creación de contenido… Si bien me he formado continuamente, preferí no estudiar una carrera de fotografía porque no quería que una institución anulase mis nociones fotográficas innatas e irracionales. En Londres también practiqué mi fijación e interés por lo no convencional, por lo reprimido en la sociedad. Me junté con gente así y poco a poco mi identidad fotográfica se fue formando. Recuerdo que me gustaba shootear en analógico y en carrete porque se mantenía la pureza de la imagen. No había que editarla y a veces salía mal y llena de imperfecciones. En ese sentido, iba mucho con mi estilo de vida de aquel momento.
Ahora sigo teniendo esa coraza mía punky y de persona caótica en ciertos aspectos, pero por la madurez y adultez le he dado una estructura a mi vida. Del mismo modo que me he dado más atención en lo personal, se lo he dado a lo profesional. Así he aprendido a trabajar con más tecnicismos, con organización, a trabajar con equipo y a desarrollar nuevos conceptos. Y en todo este camino me he dado cuenta que lo que más me gusta es formar equipo, compenetrarme, compartir una visión y estar con gente con la que me entiendo solo con la mirada. Me gusta la implicación conjunta.
En tu obra percibo algunos denominadores co- munes a lo largo de los diferentes proyectos. Modernidad, transgresión, futurismo, lumino-sidad, colores…
Estoy de acuerdo con todas esas palabras, la verdad. Busco que mi trabajo sea vibrante, transgresor, que llame la atención. Juego con una iluminación dramática. Hablábamos antes de identidad y estilo propio. Todo esto me ha podido beneficiar para consolidar mi marca, y en otras ocasiones me ha podido perjudicar, porque quizá una firma no busca eso; esa ambigüedad de luz, contrastes tan altos o esa saturación tan elevada, por poner algunos ejemplos. Lo importante es que esté tranquilo y contento con el trabajo que hago, que sienta que es puro, entendiendo “puro” por “bien mío”. También creo que otro motor común de mis proyectos es la visión humorística y satírica del mundo. Si tuviera que categorizarme, soy un fotógrafo principalmente de moda, pero no creo que mi fotografía sea la más típica de moda, ni la más clásica, ni la más limpia. Con su desarrollo y las influencias de la cultura popular, las marcas se han ido adaptando, no todo es tan rígido y hay espacio para la experimentación. Esa teatralidad la he podido explorar en estos años más recientes y me siento más sincronizado con esta filosofía, con campañas menos estructuradas. Siento que a través de mis fotos puedo formar parte de este nicho de la industria.
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Y en todo este camino imagino que es normal tener influencias. ¿Cuáles son las tuyas? ¿Quién te inspira?
Muchas de mis referencias las cojo navegando online. A veces veo el diseño de una escenografía, o un meme que me hace mucha gracia porque lo veo super trashy y me transporta a otra referencia que tengo en la cabeza. Luego la pulo, idealizo y transformo en algo más tangible a través de la foto. De pequeño me gustaba Paolo Roversi, pero no tiene nada que ver con lo que hago ahora. Hoy en día tomo mucha inspiración de la gente que me rodea, de mis vivencias, amigos personales y profesionales. Y ya para el futuro, como fuentes de inspiración quizá me base en mis escritos y pensamientos, a veces en prosa y otras en lírica. Es algo que me apetece hacer, pero que, al menos por ahora, me parece demasiado personal. La idea de traducir por ejemplo un poema que tengo escrito de hace cuatro o cinco años y materializarlo en una sesión fotográfica creo que me entusiasmaría bastante.