ENTREVISTA | TRUENO
Por: Marta España
Aunque su nombre a menudo se vincula con la gran ola del trap argentino, ni dirige sus pasos ni en realidad viene de ahí. el primer disco de trueno está dedicado a su barrio. El segundo, a su país. Y Ahora, Mateo Palacios regresa al primer plano con ‘El Último Baile’, en el que repasa y rinde homenaje a la historia de la cultura hip hop con motivo de su cincuentenario. De lo más pequeño a lo más grande, el rapero brinda con sus raíces, celebra su infancia, y no olvida un compromiso político que le ha acompañado siempre y que no ha desaparecido ni en sus mayores picos de fama. Estará presentándolo en el festival Río Babel dentro de una larga gira veraniega por nuestro país.
El último baile es el tercer LP de Trueno, si bien el nombre no es indicativo de una retirada musical, sino de una aproximación histórica hacia la música que el cantante practica. Es el cumpleaños del hip hop, nada menos que medio siglo, pero el rapero no se plantea ni un hiato en su carrera: “Es un título un poco controversial, pero si me retiro a los 22 años, ¿qué me queda? En 2023, el hip hop cumplió 50 años, así que decidí hacer el último baile de los primeros 50. Este disco es una propuesta de lo que aprendimos nosotros, la nueva generación, de estos primeros 50 años, cuando ni siquiera habíamos nacido”. El rapero argentino marca ese comienzo tan drástico en la canónica fiesta que tuvo lugar el 11 de agosto de 1973, organizada por Cindy, la hermana pequeña del DJ Kool Herc, en Sedgwick Avenue, un rascacielos de apartamentos en el Bronx. Así, el álbum celebra esas bodas de oro del género, que Trueno ha afrontado desde la perspectiva más analítico-académica que un trabajo regido por el mainstream puede tener: “El aniversario me hizo volver a estudiar todas las épocas de esta cultura, que pasó por muchos estilos diferentes. Hoy en día el hip hop es algo que está en todas las canciones, en cualquier tipo de género, pero también en la calle, en la vestimenta de la gente, incluso en el vocabulario. Esa primera misión se logró: los alumnos de los primeros MCs ahora tenemos que convertirnos en maestros”.
El hip hop corría por las venas de Trueno mucho antes de que el rapero naciera: su padre es el famoso MC Peligro, y su abuelo Yamandú Palacios, guitarrista folclórico que ha girado con artistas como Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute o Mercedes Sosa. Su árbol genealógico ha sido, por tanto, el motivo de su pasión por la hibridación musical, la tradición cultural y el freestyle: “Este disco, para mí, es muy personal. El valor más importante que le doy al género del hip hop es su compromiso con la cultura. Importa mucho el mensaje que des. Nació en EE UU y las bases están ahí, pero hoy en día se desarrolla en España, en Argentina… Está en todos lados y sigue representando lo mismo porque es un movimiento integrador, en busca de paz, de protesta hacia las cosas que no están bien. Tiene el poder de expresar lo que la gente marginada siente”. Así, el trabajo tiene un componente político, en tanto que Trueno posee un compromiso con los valores sociales en torno a los que se fundamenta la cultura del hip hop: “Su base es la integridad, se creó para que las pandillas dejasen de matarse entre ellas. Hace la guerra contra quien hay que hacer la guerra. Convirtió el ‘a ver quién es el más malo de la calle’ en ‘a ver quién es el que mejor rapea’. De ahí nació el freestyle: pasamos de matarnos a rimar. Lo mismo sucedió con los grafiteros, con los DJs. Los grafiteros son, básicamente, artistas que no tenían un lugar en el mundo ni una oportunidad para mostrar su arte. Y lo hicieron con sus propias manos, dejándose la piel, corriendo peligro. De eso se trata la cultura. No hay prejuicio, no hay diferencia. Y por esto nace de barrios marginales. Barrios con mucha afrodescendencia, latinos, italianos, todo tipo de razas en situaciones marginales. El hip hop buscaba que todo el barrio se juntara”.
Sin embargo, a Trueno siempre se le ha colgado la etiqueta de patrón del trap argentino, pese a que se aleja bastante de los parámetros temáticos y líricos que rodean la escena musical suburbana de la actualidad: “Yo creo que hay mucha gente que no sabe la diferencia, por ejemplo, entre rap y hip hop. Ser rapero es muy fácil. Es escribir un verso sin autotune o sin cantar. Muchos intérpretes de reguetón fueron raperos en un momento, pero su mensaje no conecta con el movimiento del hip hop. El MC está comprometido con la cultura. El rapero comercializa su música, puede hablar de lo que quiera: de una mujer en bolas, de cadenas… de lo que quiera. Pero ese mensaje no es hip hop, el hip hop es otra cosa. Y no solamente es protesta, también es diversión, unión, paz… pero más que nada es realidad”. Siguiendo esa lógica, Trueno es un MC y evita a toda costa las temáticas nihilistas, llevando los principios del hip hop a un máximo exponente, además, de espíritu nacionalista: “La esencia del hip hop me corre en las venas, por mi historia y por mi familia. Yo sé que si canto flamenco lo voy a hacer de una manera hip hop. Y también de una manera argentina, porque el movimiento en mi país suena de una forma determinada. Tengo dos responsabilidades, que son representar a mi país y representar a mi cultura. Son mis amuletos. Todo esto no deja de ser una tribu urbana. No es que haya una religión o una Biblia del hip hop, no somos una secta, pero hay que estar comprometido con la cultura, saber para qué se hizo y representarla”. Pese a su inquebrantable y prioritaria argentinidad, el trabajo -como experimento cronológico e historiográfico- discurre por numerosos estilos: hay dancehall, disco, funk o blues, pues todos estos géneros, en algún momento, encontraron un nexo en común con la cultura urbana: “En Jamaica, por ejemplo, se inventó el soundsystem, el DJ y el y el host. Ohh Baby, sin embargo, representa el estilo de hip hop que se hizo disco y setentero. No solo traté de representar los géneros que fueron parte del movimiento, también los que fueron una parte fundamental de mi vida. Lo llevé a un terreno más personal porque pienso que somos la nueva escuela. Yo formo parte de esa nueva escuela. Por eso, la portada es una foto escolar, para incentivar a los muchachos a que se sumen a esta locura”.
No todo va a ser reivindicar: también hay espacio para cortes más ligeros, que siguen siendo políticos en tanto que el disfrute es inherente al ser humano y su comportamiento en sociedad: “Hay canciones más comerciales que hicimos en el estudio bailando con los productores. Pensábamos que era una vibra que estaba buenísima, que podría servir para limpiar la casa o viajar en auto. Y eso no es venderme porque yo también viajo en auto, yo también limpio la casa. Esa música también forma parte de mi vida. Yo soy una persona supersencilla en ese sentido, siento que la música está para transmitir y para nada más. Ni el dinero ni la riqueza son cosas primordiales en mi vida. Este disco es para que la gente entienda quién es Mateo: compromiso, lealtad, pasión por la música y por llevar su barrio por todo el mundo. Mi misión es llevar a Argentina fuera de Argentina. Cuando vengo a España siento que tengo la bandera en la espalda, y es un logro para mí llevar el rap de mi país al vuestro y colaborar con gente de España. Siento que estamos haciendo un puente en medio del océano para poder estar juntos. Será que los argentinos tenemos mucha pasión por todo lo nuestro: el país, el fútbol, la música. No sé cómo lo verán los otros artistas de España, pero les deseo que puedan tener esa visión, porque lo más lindo es representar a tu país”.