‘EL PÁJARO QUE BEBE LÁGRIMAS’ | ARTÍCULO
Por: Diego Rubio
Minotauro edita este octubre por primera vez en castellano El pájaro que bebe lágrimas, novela de Lee Young-do que, junto a Dragon Raja, redefinió y repopularizó el género de la alta fantasía en Corea del Sur en el cambio de milenio, apropiándose por primera vez de las mitologías oriundas -los dokebi, el inmyeonjo o costumbres chamánicas- para llevarlas a los terrenos legendarios, mágicos y políticos de autores como Tolkien.
2022 fue un año clave para la alta fantasía, para bien y para mal. La salida prácticamente simultánea de las series La Casa del Dragón y Los anillos de poder, inspiradas en los universos de Canción de fuego y hielo (George R.R. Martin) y El señor de los anillos (J.R.R. Tolkien) respectivamente, unida al éxito inesperadamente masivo de un videojuego a priori de nicho como Elden Ring, situaron el grimdark en un nivel de atención mainstream que recordaba a los tiempos de la trilogía cinematográfica de Peter Jackson o de la saga Harry Potter, en un mundo post 11-S que pedía a gritos fantasías esperanzadoras. Y el paulatino agotamiento de los tropos, tópicos y clichés de todas esas fantasías con settings aparentemente medievales, heredados de la Tierra Media, se ha ido traduciendo en que los guionistas del cine y la televisión empiecen a ir en busca de otras narrativas, más periféricas, fundamentalmente asiáticas y africanas, para seguir sorprendiendo a la audiencia: Hijos de sangre y hueso, de la nigeriana Tomi Adeyemi, está en proceso de adaptación fílmica, por ejemplo, y recientemente hemos visto en Netflix El problema de los tres cuerpos (Liu Cixin) o La novia fantasma (Yangsze Choo). Ahora, en pleno auge del k-pop y con la ficción coreana en su mejor momento, no extraña que el foco empiece a ponerse allí, y qué mejor que empezar con la obra del culpable de que la alta fantasía empezara a popularizarse en Corea del Sur durante el cambio de milenio: Lee Young-do.
Este octubre Minotauro editará por primera vez en castellano El pájaro que bebe lágrimas como parte de un acuerdo internacional
histórico para la literatura coreana -más allá de la fantasía- que supera los 200.000€ y que verá a la novela publicarse hasta en 12 países, incluidos EE UU, Reino Unido, Alemania o Italia. Escrita por Young-do en 2002 y serializada online en Hitel, como ya hiciera el autor surcoreano con Dragon Raja, fue publicada oficialmente en 2003 y se ha terminado convirtiendo en el epítome del género en Corea del Sur, con más de 600.000 copias vendidas. En la línea de las creaciones de Hidetaka Miyazaki, la idea de Young-do partía de la alta fantasía europea y medievalista, sustituyendo los arquetipos asociados a aquella por elementos extraídos de las mitologías coreana, hindú, china o japonesa, y logrando construir un mundo familiar, pero al mismo tiempo diferente y totalmente personal. El pájaro que bebe lágrimas supera ciertos maniqueísmos occidentales pese a optar por una estructura semejante a la de La Comunidad del Anillo: los distintos personajes, como en la gran obra de Tolkien, representan un pacto entre las distintas razas de un mundo que las ha enfrentado y dividido, pero su cruzada no es contra un mal absoluto y común, como sí era Sauron, sino que está motivada por un rescate. Mientras el viaje se desarrolla, de la interacción entre los personajes y sus reflexiones logramos ir deduciendo los detalles de una gran conspiración.
Antes que centrarse en el conflicto, El pájaro que bebe lágrimas decide fijarse en las particularidades que definen a cada raza y explicar sus distintas religiones y sistemas. Los humanos, que creen en un Dios de ninguna parte y buscan restaurar la gloria de Arachit a través del retorno del rey -un tropo muy numenoriano-, están representados por el cazador Keigan Draka; en el otro extremo, los naga, representados por Ryun Pei: una raza reptiliana dedicada a la Diosa sin rastro que persigue la inmortalidad a través de sacrificios rituales y que -tras acabar con el reino de Arachit- se ha aislado durante años en la mitad sur del mundo, el Kiboren, un laberíntico bosque óptimo para sus necesidades. Es el rescate de Ryun y la misión de llevarla sana y salva al templo de Jainsha lo que reúne al grupo, que completan Bijiong, un pacífico dokebi -duendes del fuego sacados del folclore coreano que controlan la magia y creen en la vida más allá de la muerte, encomendados al Dios que se mata a sí mismo- y su escarabajo gigante, Nani, y un lekon, Tinajan, una enorme criatura mitad humano mitad pájaro dedicada a la batalla que cree en la Diosa inferior a todo. Las similitudes con Tolkien, de nuevo, son palpables, especialmente en la profusión, en la diversidad y en la comparación válida entre Ryun y Frodo, con destinos superiores que requieren de la cooperación entre individuos tradicionalmente enfrentados que han de anteponer su misión a las diferencias que les separan, y que en el fondo trascienden sus individualidades. Pero, en lugar de elfos, enanos y trasgos, como en las mitologías tolkienianas, Young-do prefiere localizar sus propios mitos: en su universo los dragones, por ejemplo, son una especie de plantas que se propagan por esporas y que se desarrollan adaptándose al entorno en el que crecen, y al mismo tiempo los cuatro elementos definen la naturaleza de las cosas.
Además, el autor coreano opta por el enfoque más oscuro y crudo -político si se quiere- de los autores grimdark (Abercrombie, Martin, Kearney…), reactivo ante el idealismo de las obras de Tolkien, y logra balancear de una forma muy genuina el respeto por la obra del maestro británico y todas sus necesarias revisiones contemporáneas sin caer en la analogía política o social, aunque en la segunda parte, El pájaro que bebe sangre -entrega más reciente en una saga que se supone, por el propio lore del libro y una profecía que apunta a cuatro pájaros, tendrá cuatro volúmenes-, la acción se recrudezca y la contemplación dé paso a una narrativa más conflictiva, sangrienta y belicista. “La fantasía es mejor cuando se lee como fantasía”, le dijo a Naver en 2009. “La fantasía es fantasía, y no alegorías cercanas a la realidad o terroríficos simulacros; ni es realidad maquillada ni desplaza a la realidad y ocupa su lugar (…) Te sumerges en la fantasía para conseguir algo, o para darlo, y después simplemente regresas al mundo real”. En este sentido, la aproximación nos recuerda más al universo de los Dark Souls, por ejemplo, o de Elden Ring, o a la propia naturaleza de los mitos con raíz en China o en la India, en mucha medida simbólicos. La mentalidad filosófica y un interés creciente por ofrecer reflexiones humanas profundas son una tónica en ambas novelas y en general en toda la obra del surcoreano. Es normal que, además de la publicación internacional de El pájaro que bebe lágrimas -llega en cuatro partes, como en Corea del Sur, siendo la primera El corazón del Naga-, el estudio de videojuegos Krafton -responsables de TERA o PUBG y distribuidores de Subnáutica o The Callisto Protocolhaya anunciado que está trabajando en el que sería su proyecto más ambicioso hasta la fecha, una masiva adaptación con presupuesto de AAA que convertiría la historia de Young-do en un rpg de acción. Yo te recomiendo que te adelantes.