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EMMANUELLE | ARTÍCULO

Por: Felipe Rodríguez Torres

Cinco décadas después de que la ‘Emmanuelle’ de Just Jaeckin y protagonizada por Sylvia Kristel revolucionara los cines de los años setenta poniendo de moda el softcore, la directora Audrey Diwan (‘El acontecimiento’) y la actriz Noémie Merlant se atreven a reinventar el mito erótico para las audiencias del siglo XXI desde una mirada femenina.

Cincuenta años han transcurrido desde que Just Jaeckin llevara a las pantallas de todo el mundo la adaptación cinematográ- fica de la novela Emmanuelle, escrita por Emmanuelle Arsan en 1959. Una cinta que haría correr ríos de tinta -en España se prohibió su distribución en el año del estreno, y los curiosos tendrían que cruzar los Pirineos para poder verla en Perpignan, en un programa doble que también incluía El último tango en París de Bertolucci– y que daría lugar su propia corriente dentro del cine. El propio Jaeckin contribuiría con otras adaptaciones de novelas eróticas como El amante de Lady Chatterley e Historia de O a eso que se denominó softcore, un terreno en el que el que el cineasta francés se movió como pez en el agua, convirtiendo en el proceso a Sylvia Kristel en mito erótico generacional. Y, de paso, haciendo de Emmanuelle una mina de hacer dinero, que llevó a la saga y a los terrenos del exploitation.

Hoy, en un mundo en el que el cine erótico casi ha desaparecido y las nuevas miradas y sensibilidades casi imposibilitarían llevar a cabo una corriente semejante a la de los años setenta, la cineasta Audrey Diwan se alía con la guionista Rebecca Zotlowski para traer de vuelta a la creación de Emmanuelle Arsan a las nuevas audiencias. Diwan afronta el reto tras firmar El acontecimiento, película en la que adaptaba una novela autobiográfica de Annie Arnaux para adentrarse en los terrenos espinosos del aborto y la libertad del cuerpo femenino en una Francia conservadora, acercándose al terrenos del body horror Emmanuelle se ha convertido en la cinta francesa de presupuesto más elevado para una realizadora femenina, alcanzando los 21 millones de euros. Curiosamente Diwan aterrizó al mismo casi por casualidad, como contaba en una entrevista a la revista online Deadline: “Tengo que admitiros algo. No he visto entera la película original. Ni siquiera había nacido cuando se estrenó. Descubrí la historia a través de la novela. Cuando mis productores me mostraron el libro, pensé que era interesante, pero ni siquiera me había planteado realizar una adaptación. Comencé a leer la novela en un avión, bajo la mirada suspicaz del resto de los pasajeros. Y lo que más me llamó la atención, y lo hablé con Rebecca cuando comenzamos a trabajar en el guion, es un pasaje del libro en el que hay una larga discusión entre Emmanuelle y un hombre acerca del placer erótico”.

Y es que Emmanuelle es, para Diwan y su guionista, algo más que una novela erótica: “Mi película transcurre en la actualidad. El personaje de Emmanuelle tiene una edad cercana a la mía. Y quería explorar su búsqueda del placer y lo que representa para ella cuando ya has conseguido alcanzar aquello que buscabas en la vida. Y con Rebecca nos imaginábamos a una mujer con po- der, que ha luchado para llegar donde está, que ha escalado la montaña y que se ha construido una armadura para protegerse. Y se siente sola. ¿Pero cómo salimos de esa soledad? Porque en el fondo Emmanuelle es la historia de una mujer intentando dejarse llevar.

EMMANUELLE ARSAN: LEYENDA Y MITO

Tan esquiva como su émulo literario, tanto la vida personal como la obra de Marayat Bibidh (nombre real de Arsan) han estado rodeadas de enigma y misterio. Tanto es así que a la que en principio conocemos por su alter ego literario, Emmanuelle Arsan, una ciudadana francesa de origen tailandés nacida supuestamente entre 1932 y 1940 -su fecha de nacimiento también está rodeada de misterio-, podría perfectamente no ser la autora de una novela erótica llamada sucintamente Emmanuelle. El que fuera su marido también podría estar involucrado en su escritura, pero tampoco se sabe muy bien cómo una obra que se publica de forma casi clandestina en 1959 llega luego a vivir una explosión sociocultural como la que provoca el estreno de la cinta de Just Jaeckin en 1974. En dicha novela y posteriores películas, el lector será testigo de la odisea sensual y sexual de Emmanuelle, una mujer casada con un ingeniero destinado en Tailandia que guarda enormes similitudes con la vida personal de la propia Arsan y que descubrirá un mundo inexplorado de deseo, sensualidad y sexualidad que chocará en primera instancia con su mirada conservadora y eurocéntrica del mundo. Sin dejarnos discernir del todo entre su vida personal y literaria, siempre confusas, Emmanuelle murió finalmente en el año 2001.

La liberación surge a partir del erotismo. Es esa la cuestión central que Diwan y Zotlowski quieren plantear en esta nueva versión de la novela que estará totalmente alejada de su primera versión cinematográfica: “Mi referencia es el libro, no la película, pero en mi imaginación era un viaje completamente diferente. Quería ser lo más libre posible y la película es un viaje desde la rigidez del orden a la libertad y de algo frío a algo cálido. Porque lo que le falta a la pornografía es la calidez y el aspecto humano de las relaciones. En cambio, el erotismo existe en la mente tanto como en el cuerpo. Es potenciado por la mirada, por el aspecto, por las interacciones breves…”. Por eso la película, filmada en Hong Kong, se sitúa en un hotel donde trabaja el personaje de Emmanuelle: “Me gusta la idea de esos pasillos infinitos donde mis personajes chocan, se rozan y se encuentran entre ellos. Más allá de la cuestión de los cuerpos, quería explorar cómo el mundo conforma las relaciones, cómo conec- tamos entre nosotros, como tocamos nuestra propia vulnerabilidad. Cómo nos relacionamos con personas desconocidas. Por ejemplo, con un cliente de un hotel. El concepto principal de la obra es lo que mostramos y lo que escondemos”.

El reto de representar a una figura tan icónica como Emmanuelle, casi tallada en piedra en el imaginario colectivo tras los elegantes y bellos rasgos de Sylvia Kristel, era enorme. Y en un primer momento la elegida fue Lea Seydoux, aunque terminara decantándose por otra actriz francesa contemporánea con una carrera poderosa, Noémie Merlant -portada de NUEBO #7 por su papel protagonista en Un año, una noche-. “Amo a Léa Seydoux. Quiero hacer una película con ella en algún momento. Pero para mí no era el personaje que yo había imaginado. Y desde Retrato de una mujer en llamas a Tár no he dejado de sentirme seducida por la fuerza de las interpretaciones de Noémie. Contiene en su interior la idea central del personaje, es capaz de repre- sentar la autoridad y la seducción. Redefine a la mujer francesa. Su actitud, su sonrisa, esa pizca de insolencia que aparece de repente de manera subrepticia. Y también soy sensible a la idea de encontrar en mi actriz a una compañera inte- lectual, con la que puedo crear mano a mano al personaje. Esta película requiere tanto confianza mutua como una enorme implicación. Y sé que he encontrado a la actriz idónea”. También un rodaje cómodo y seguro para ella, mientras se exploraba en el set su “búsqueda del placer”.

Mientras en la novela y su primera adaptación la protagonista iba tras el descubrimiento del placer, en esta la búsqueda es de información acerca del placer: “Ha sido fascinante. Ha sido una enorme cantidad de trabajo. Esta película está basada tanto en la búsqueda del placer como del placer perdido. Cada secuencia es una exploración de las sensaciones de Emmanuelle”.

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